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CIELO Y TIERRA - ¿QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO?

Estigmas de sangre

03/10/08 - Por Alberto Morlachetti

(APe).- El núcleo significativo de la deuda externa fue engendrado en un genocidio. Palabra primera, absolutamente inicial, que mutiló el movimiento de la vida. No obstante se inscribió el origen de la deuda en una comarca de pastizales sin memoria. De aquí en adelante el lenguaje de las obligaciones externas va a crecer sin punto de partida. Los números serán las claves de todas las figuras.

Según Maximiliano Montenegro -en su nota del 6 de septiembre en Crítica de la Argentina- los pagos de capital e intereses realizados por el gobierno nacional a los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial y BID) desde el año 2003 a la fecha suman 24.983 millones de dólares. Ningún otro período de la historia argentina del siglo pasado registra semejante transferencia de fondos en 5 años a entidades crediticias. Sin embargo, la pareja presidencial significó para muchos, nada menos que un futuro y se perciben como novedosos representantes de los pobres.

La deuda se paga -a pesar de su estigma de sangre- con las reservas, trabajo humano almacenado en el Banco Central. La indignación que produce ha comenzado a verse como simples nostalgias de un pasado errático e imprudente. Ciertamente el paraíso sigue quedando lejos.

Lo cierto es que no se cumple con la voluntad de la tierra que da sus frutos para todos. La presidenta anunció el pago al Club de París el día 2 de septiembre con reservas por valor de 6.706 millones de dólares y días después la reapertura del canje de deuda, solidaria con el perverso sistema financiero. Mientras el hambre gotea desde abajo interrumpida -rara vez- por alguna tregua, legado de bondad de algunas aceras con árboles frutales o la ternura de malvones colgando de ventanas sin mirada, donde los pibes crecen al amparo de sus pájaros indomables y cantan por la comida en medio de los basurales.

Fuente: Mov. Nac. Los Chicos del Pueblo

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