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CIELO Y TIERRA - ¿QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO?

El instinto asesino de Wall Street decreta sentencia de muerte para el empleo

Es hora de que el Congreso abra los ojos a la realidad de que este enorme declive de Nasdaq nos revela que Wall Street no está poniendo en el mercado un número suficiente de buenas empresas. Y las fusiones ensambladas por Wall Street, con las que se ha operado de modo característico en la Bolsa de Nueva York, han creado Frankenbancos y conglomerados cargados de deudas, demasiado hinchados como para entender su propio balance y no digamos ya para crear nuevos empleos.

Creo que es hora de tomarse a Wall Street al pie de la letra. Ha dejado sobradamente claro su ansia insaciable por finiquitar tantas cosas: el mercado de la vivienda, el sistema financiero, la economía, la legislación reformista, el futuro de la próxima generación.
 
Wall Street está tan macerada en la destrucción que los símbolos de muerte se encuentran por doquier. Wall Street denomina a los grandes anuncios de prensa que publica para lanzar sus ofertas de mercado "lápidas" (para entender lo apropiado que resulta, considérense los miles de millones en ofertas de bonos y acciones que recauda para las grandes tabacaleras). ¿Y cómo llama Wall Street a la terminación de una orden de compra o venta? Una ''ejecución'' (pensemos en cuantas operaciones de derivados ''ejecutaron'' para pacientes hoy tullidos y en reanimación como Fannie Mae, Freddie Mac y AIG; o los vehículos aparte de los balances que crearon para Enron, WorldCom y docenas de empresas hoy en bancarrota).
 
Wall Street denomina a las órdenes para completar una operación sin ninguna reducción en la cantidad "fill or kill" (o lo completas o lo matas). Podría denominarse razonablemente orden "fill or cancel" (completa o anula) pero para la manada tonante es mucho más divertido correr por el parqué chillando "¡mátalo, mátalo!"
 
¿Qué partido le saca Wall Street a andar matando cosas o dejar en casi nada el precio de las acciones de algunas empresas? Cara, ganan ellos; cruz, pierdes tú. Wall Street puede conseguir y consigue enormes beneficios apostando a que bajarán los precios de las acciones (''shorting''), a que desaparecerán empresas (''credit default swaps'', CDS o seguro de impagos), a que la economía hará un agujero (''interest rate swaps'' o permutas de tasas de interés). Y hay un lema en Wall Street: ''the trend is your friend'' (''la tendencia es amiga tuya''). Cuando ya está claro que el toro [1] yace en medio del ruedo (pensemos en la muerte de Lehman y la boda a punta de pistola de Merrill Lynch el 15 de septiembre de 2008), Wall Street mueve sus apuestas a la baja.  
 
Nadie pone su jerga tan en paralelo con su agenda como los corredores de Citigroup. Cuando se dispusieron a infligir dolor al mercado europeo de bonos en 2004, denominaron la operación "Doctor Maligno". Citi también creó un vehículo financiero estructurado que engrasara los patinazos que llevaron al derrumbe del gigante lácteo italiano Parmalat, y al que se apodó ''Bucconero'', que en italiano significa "agujero negro".
 
Hasta que no llegue un presidente con verdadera voluntad de lidiar con la naturaleza auténticamente rapaz de Wall Street, continuarán activas estas fuerzas destructivas.  
 
El último plan de reforma de Wall Street del Presidente Obama para prohibir que la banca de inversión posea fondos de capital riesgo o fondos de cobertura (''hedge funds'') y evitar que operen con la negociación por cuenta propia (''proprietary trading'') en beneficio de sus propias empresas constituye la reforma necesaria para deshacer el fraude en los mercados. Pero la propuesta descuida la amenaza más seria de Wall Street a la economía. La propiedad de la banca comercial en manos de la banca de inversión y las firmas de correduría de bolsa es lo que está acabando con la innovación y el crecimiento del empleo en Norteamérica. Cuanto más esperemos a enfrentarnos a esta cuestión, más se hinchará la deuda nacional, conforme el gobierno se vea obligado a añadir indefinidamente dinero para el estímulo del empleo y fondos para sustentar al creciente número de parados.
 

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