En Charata denuncian que se quedaron solos frente al dengue
El intendente de esa localidad de Chaco dice que no tiene contacto con autoridades provinciales ni de la Nación para prevenir los efectos de una segunda ola. Y los vecinos tienen más miedo que antes.
Yo tengo mucho miedo. En el verano, cuando tuve la enfermedad, sufrí mucho, y pienso que si la vuelvo a tener, me va a llevar", dice Valeria Worff, y nada en su rostro indica que esté sobreactuando su temor. Tiene 17 años y vive en Charata, la localidad del sudoeste chaqueño que se convirtió en la ciudad argentina con mayor cantidad de casos de dengue cuando la epidemia irrumpió. Según los datos oficiales de la provincia, hubo allí 3.212 infectados. Un censo realizado por el municipio local registró más de 12.000.
"Acá, en todo momento el gobierno provincial buscó ocultar información, y ahora no tenemos ningún contacto, ni de ellos ni de la Nación, para coordinar acciones pensando en que cuando se vaya el frío vamos a tener de nuevo el problema", dice Miguel Tejedor, el intendente charatense. El funcionario reconoce que el miedo mayor es que, en la nueva ola del virus, circule una cepa distinta a la que se presentó meses atrás. Si fuera así, los que se enfermen por segunda vez podrían sufrir dengue hemorrágico, una versión que puede llegar a ser mortal.
En los barrios se hallaron larvas en gran cantidad en aguas acopiadas domésticamente. Suponen que son de Aedes aegypti, el mosquito transmisor del virus. En Charata no hay red de agua potable, y es un hábito común guardar líquido en pozos, aljibes y baldes. La sequía que castiga a la región desde hace un año y medio no hizo más que afianzar esa costumbre.
El director provincial de Epidemiología, Mario Echeverría, dice que no quiere polemizar con Tejedor. "En Charata estuvimos capacitando médicos y armando brigadas. Ustedes me encontraron llamando a Salud Pública; Tejedor podría hacer lo mismo", le dijo a Clarín. Gerardo Cipolini, intendente de la segunda ciudad con mayor número de casos, Sáenz Peña, también dice estar huérfano de apoyos: "Hacemos descacharrado, pero con la caída de ingresos no podemos resolver todo".
Echeverría, en cambio, hace su propio reclamo. "Con la mayoría de los municipios estamos trabajando bien, pero otros no se suman. Hay gente que sólo está para la foto", sostiene. Además, señala que "se habla del Chaco como la provincia con más casos, y fue Catamarca, si se considera el porcentaje de población afectada, que es lo que cuenta en epidemiología".
Rolando Núñez, del Centro de Estudios Nelson Mandela, planteó que "la epidemia explotó producto de que el virus encontró el ambiente apropiado, comida y zona liberada. Lo peor es que estamos igual que antes, sin haber aprendido prácticamente nada".
En los barrios de Charata hay ánimos diversos. "En casa pusieron una pastilla larvicida en mi pozo, pero no volvieron más", se angustia Alcira Mabel Farías. Ella, su madre y sus hijas tuvieron la enfermedad. Omar Pintos saca agua de su pozo y aunque la pasó mal en marzo, dice estar seguro de que si la enfermedad retorna: "habrá poquito, porque la gente aprendió y toma medidas".
Distinto es lo que opinan Karina y Verónica Díaz, dos hermanas adolescentes que iban al mismo colegio de Carolina Gómez, una chica que murió por el virus. "Nosotras hacemos caso a las medidas que nos enseñaron en la escuela -cuentan-, pero nuestros vecinos no. Se volvió a lo mismo de antes, como si no se dieran cuenta de que ahora puede ser peor".
Fuente: Diario Clarín
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