El primer cambio del Estado en Aerolíneas: más vuelos a Caracas
Viaja cuatro veces por semana con un avión transoceánico, que nunca va completo
Por Juan Pablo Morales - De la Redacción de LA NACION
La tripulación de la nave de Aerolíneas Argentinas preparaba 256 butacas para recibir a un puñado de pasajeros. La luz del amanecer entraba en la sala de embarque y despertaba bostezos de un manojo de turistas y hombres de negocios. La mayoría parecía extrañamente cómodo: era la primera vez que volvían a Caracas sin escalas y en un avión tan grande.
Daniel Parra, un empresario venezolano, hurgaba en una valija negra para encontrar el pasaporte y recordaba cómo había llegado. "Vinimos hace una semana, en un avión inmenso, al que le sobraban la mitad de los asientos." La vuelta sería parecida: 7 horas de vuelo, 100 lugares libres y un recorrido de 5000 kilómetros con una máquina capaz de hacer viajes transoceánicos. La misma que en otros tiempos se usaba para llegar a Australia.
El vuelo del último viernes a tierras de Hugo Chávez fue la prueba de un curioso cambio en Aerolíneas Argentinas. Dos días antes de asegurarse el control total de la compañía, el Estado implementó una modificación comercial en medio de la crisis: mejoró todos los vuelos a Caracas. Desde entonces, es una prioridad viajar a Venezuela.
Hace un año, la empresa terminó de hundirse en las dificultades más severas de su historia. Suspendió destinos como Nueva York y México, redujo vuelos en rutas clave, como Roma, Madrid, Santiago de Chile y Miami, y cayó en picada en la participación de ventas internacionales (de un 15 a un 3 %). Hoy tiene acotadísimas frecuencias en la mayoría de los vuelos de cabotaje y, en 2008, la merma en ventas podría alcanzar los 240 millones de dólares.
Sin embargo, desde el 1° de septiembre se abrieron nuevas ofertas a Venezuela. Hay cuatro vuelos semanales (lunes, miércoles, viernes y domingo), sin escalas y en aviones Airbus A340-300, un tipo de nave de cuatro motores, especialmente concebida para hacer viajes de hasta 12.000 kilómetros.
Hasta hoy, ninguno de esos vuelos viajó completo. El jueves pasado, una ansiosa pasajera llamó a último momento al centro de atención al cliente para saber si podía volar el viernes al amanecer. "Hay amplia disponibilidad en todo el avión", respondió la operadora de Aerolíneas. Tenía pasajes en todas sus variantes: económica (803 dólares más impuestos), en primera clase (2800) y hasta de una promoción ejecutiva limitada (1950).
"Nos va a ir mejor en el futuro. Mejoramos los vuelos porque vemos en Caracas una capacidad de oportunidad", justificó el gerente comercial de Aerolíneas, Maximiliano Pozaric.
En general, las agencias de viajes y de venta de pasajes reconocen que Venezuela podría ser rentable. Las razones son políticas. "Venezuela hoy es un vuelo netamente corporativo. Los lazos políticos incrementaron las relaciones económicas y eso empieza a generar tráfico aéreo", aseguró Alejandro Tamer, gerente de Despegar.com. "Hay mucho vuelo cautivo, comercial y financiero", explicó Ricardo Roza, presidente de la Asociación Argentina de Agencias de Viajes y Turismo.
También para Cecilia Vignolo, de Biblos Travel, hay "incremento de la demanda" en la ruta venezolana, pero puso reparos respecto a los cambios en Aerolíneas. "¿Es tan rentable como para poner un avión tan grande?"
Rodeado de tablas y ecuaciones, Pozaric defendió las modificaciones con argumentos de un empresario inmerso en una debacle. "Elegimos Caracas porque habrá demanda, pero también porque no hay competencia. Eso es clave. Con esta crisis, rivalizar con otra compañía nos liquidaría. Y vamos en un avión grande porque no tenemos otro para garantizar un buen servicio. Tenemos pocos aviones".
Los equipos de Aerolíneas están diezmados. Hasta fines de julio volaban sólo con 26 aviones, divididos en un engorroso sistema de 8 flotas.
"Necesitamos tiempo para modernizarlas. Usaremos el Airbus 340 hasta que recuperemos otros equipos. Necesitamos recuperar la confianza del pasajero", dijo Pozaric.
Hasta ahora no ocurrió. En el amanecer del viernes, la mayoría de los pasajeros sospechaba de la comodidad. "El servicio siempre fue pésimo. ¿Qué van a mejorar? Recién quise preguntar algo y nadie me atiende", se quejaba Jorge Barrios, un venezolano dueño de una agencia de viajes. Cerca de él, un empresario argentino se la pasaba haciendo preguntas: "¿Van a respetar los horarios? ¿Van a cumplir con el servicio si los aviones no están llenos? ¿Acá no hay algo político?"
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