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CIELO Y TIERRA - ¿QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO?

Ciencia

La Luz y las moléculas

DIALOGO CON PEDRO ARAMENDIA, DOCTOR EN QUIMICA, INVESTIGADOR DEL LABORATORIO DE FOTOQUIMICA DE LA FCEYN

Moléculas encerradas en una caja

El jinete hipotético está triste. ¿Qué le pasa al jinete? Como no puede saberlo, se interna en un laboratorio de fotoquímica del Instituto de Química, Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (Inquimae) para ver si logran fotografiar su tristeza.

Por Leonardo Moledo - Página 12 - 17/12/2008
–Siempre es bueno volver a los clásicos, así que empiezo con la pregunta clásica: ¿qué es lo que hace usted? Yo tengo entendido que se dedica a espectroscopia del femtosegundo.

–Sí. Esa es una de las cosas que hago. Más ampliamente me dedico a todos los procesos que ocurren con moléculas y luz, que es lo que se conoce como fotoquímica. Y dentro de eso, me dedico fundamentalmente a dos cosas. Una es la de montar un laboratorio de espectroscopia ultrarrápida (en el que se estudien esos procesos del femtosegundo, que es diez a la menos 15 segundos). Es un proceso muy muy rápido: para que se dé una idea, en un femtosegundo la luz recorre 0,3 micrones. La otra es la de ver la emisión de luz de moléculas individuales, de a una molécula por vez.

–Vamos a la primera.

–Bueno. La razón por la cual nos interesan estas reacciones tan rápidas es que las reacciones químicas que se inician por la luz ocurren porque una molécula absorbe un fotón. Ese es un proceso muy rápido, y a partir de ahí se desencadenan procesos que tienen que ver con el destino que va a tener el exceso de energía de la molécula y que ocurren en tiempos muy muy pequeños. El destino final está determinado por lo que ocurre en los primeros pasos.

–Tenemos una molécula que absorbe un fotón... ¿Qué pasa entonces?

–El fotón tiene energía. La molécula, entonces, queda excitada, y tiene que hacer algo con ese exceso de energía. Puede sacarlo generando calor o haciendo cambios químicos (rompiendo un enlace, por ejemplo), lo cual sería una forma trágica, porque la molécula muere. A partir de ahí se desencadenan una serie de procesos. Todo eso ocurre muy rápidamente, y se puede medir en forma un poco más absoluta por el intervalo de tiempo en el que ocurre. Está el intervalo de tiempo de los femtosegundos a los picosegundos, que es entre 10 a la menos 12 y 10 a las menos 15, nano es 10 a la menos 9, después viene micro y mini. Existen todas esas escalas de tiempo, pero como la absorción de luz es más rápida que los femtosegundos, a partir de allí se empiezan a producir eventos. Es interesante saber qué es lo que ocurre en todos estos intervalos de tiempo.

–¿Y qué es lo que ocurre?

–El evento más trágico, como le decía, es la ruptura de un enlace. Nosotros, particularmente, estamos interesados en las moléculas que hacen eso, porque nos permiten saber qué hace la luz y el exceso de energía en el proceso drástico de la molécula.

–También depende de la energía del fotón...

–Totalmente. Porque tiene que tener suficiente energía para romper el enlace. Y el enlace de una molécula está en energías del fotón que caen dentro de la luz visible.

–O sea que la luz visible puede romper esos enlaces.

–Claro. La infrarroja no, por eso normalmente produce calor. La ultravioleta es todavía más peligrosa, tiene más capacidad de destrucción.

–Bueno, ese es el problema del ultravioleta... si rompe el enlace del ADN... Esos enlaces que se rompen, ¿son intermoleculares?

–No. Son enlaces dentro de la misma molécula. Nosotros estamos trabajando con enlaces orgánicos, tipo carbono-nitrógeno, carbono-oxígeno. Son enlaces covalentes. Le estaba contando lo siguiente: el fotón llega y se pega en una parte de la molécula, el cromóforo, que es la zona donde están los átomos responsables de la absorción de luz. Allí se produce un reordenamiento de los electrones de la molécula, que saltan a órbitas más energéticas, lo cual genera que algunos enlaces se refuercen y otros se debiliten. Esto ocurre en centésimas de femtosegundo. Los electrones, que son livianitos, se mueven mucho más rápido que los núcleos y su movimiento no deriva en un cambio de identidad de la molécula. La redistribución eléctrica es mucho más rápida que la de los núcleos, que responden a este movimiento de los electrones en la escala de los femtosegundos. De los femtosegundos para abajo, diríamos que los núcleos no se mueven todavía. Cuando empezamos a ver lo que sucede en el orden del femtosegundo, los núcleos ya están en movimiento y eso hace que se altere la molécula (al cambiar las distancias entre los núcleos).

–¿Entonces?

–Bueno. Otra posibilidad es que la molécula no se rompa, sino que emita esa energía como luz. Eso se llama fluorescencia y provee muchísima información, porque nos puede decir dónde estaba esa molécula, con quién interactuó, en qué orientación permanecía. El fotón que emite tiene menos energía que el que llegó, y la energía que se disipó es calor. Puede haber disociación, calor o disipación de luz.

–¿Y qué averiguamos con todo eso? Además del interés básico, digo.

–Esto sirve, por un lado, para desencadenar reacciones. Las que se usan para producir las fotopolimerizaciones para hacer circuitos impresos, por ejemplo, son acciones que se inician de esta manera: se irradia una mezcla de un polímero sensible a la luz y en las zonas irradiadas el polímero cambia de propiedades y en las zonas no irradiadas no, de tal manera que yo transferí la información de una plantilla a una oblea...

–¿Qué es lo que no sabemos de esto y usted trata de averiguar? El científico, creo yo, es un ignorante profesional. Lo que interesa, siempre, es lo que no se sabe.

–Nosotros estamos investigando en este momento reacciones que producen ruptura de enlaces. Queremos saber cómo influencia el entorno molecular (lo que se denomina la “caja”) a la probabilidad de que una molécula se rompa y de que esos fragmentos pueden escapar. Influye de dos maneras opuestas. Existe, en primer lugar, un efecto promotor: cuando una molécula absorbe luz es como si hubiera muchas pelotitas agarradas por resortes y yo le pegara una patada. La molécula se va a romper sólo si la oscilación que yo le induzco está de un solo lado. El entorno puede ayudar a que la energía se concentre en ese lugar y la molécula se disocie o puede absorber el exceso de energía y repartirlo. Esta interacción depende de la velocidad a la que se transfiera esta energía y de cuan efectiva sea. Si yo tengo por ejemplo una molécula que quiero que inicie una polimerización, ese iniciador de polimerización en realidad es un fragmento reactivo que transfiere a todo el resto su reactividad y hace que las cosas se polimericen. Lo que necesito es que la caja contribuya a que se disocie. Si yo quiero proteger eso, tengo que hacer que la caja...

–¿Y eso cómo se hace? ¿Rediseñando la molécula?

–Esa es una opción, que se hace en base a la experiencia y a predicciones. La otra es diseñar directamente la caja, tratando de colocar la molécula con interacciones específicas. Para eso necesitamos saber cómo influye el entorno en el comportamiento de la molécula.

–Eso es lo que tratan de averiguar.

–En parte sí. Muchísimas reacciones ocurren en solventes, que tienen sus propios problemas. Entre ellos están los fluidos supercríticos: son gases que por cambio de la presión pueden pasar del estado gaseoso al estado líquido, con lo cual no se necesita gastar energía en evaporación. En el fluido supercrítico el cambio de fase no es nítido. El agua es o bien agua o bien vapor, pero el fluido supercrítico puede tener todas las densidades intermedias. Hoy en día se hacen polimerizaciones en fluidos supercríticos. Como la densidad (es decir, la proximidad entre las moléculas) la puedo cambiar alterando la presión, puedo llevarlo a una densidad tan alta como la de un líquido o disminuirla hasta la de un gas. Actualmente, entonces, estamos tratando de ver cómo cambian las vías de reacción a medida que nosotros cambiamos la robustez de la caja.

–Nos faltó hablar de una línea de investigación.

–Bueno, está dedicada a ver la emisión de moléculas individuales, es decir, de poder detectar moléculas una por una y analizar su dinámica. El fundamento de esto es saber qué hacen las moléculas cuando están aisladas. Desde el punto de vista analítico, sería tratar de bajar al límite mínimo de seguimiento al que uno puede llegar a nivel molecular. Esto tiene interés en biología molecular o en biofísica para tratar de ver qué es lo que pasa con una sola molécula en una membrana, o cómo puedo seguir a una molécula en el cuerpo...

–¿Cómo se hace?

–Hay varias formas. Una es por la emisión de luz de fluorescencia: yo voy excitando a la molécula y me va devolviendo luz, a través de la cual puedo saber qué es lo que hizo.

–¿Trabaja con la computadora o con los fierros?

–La computadora, por ahora, para la burocracia y algunos cálculos. El resto, en el laboratorio.

La diáspora de talentos

Por Nora Bär
Miércoles 26 de noviembre de 2008

En la Antigüedad, ser condenado al exilio era el mayor de los castigos. Pero 2500 años más tarde, son muchos los que optan por dejar su país de origen. Y lo hacen por necesidad, en busca de mejores condiciones de vida o de desarrollo de su profesión.

Por la selección que ejercen los países de destino, entre ellos se cuentan algunos de los más destacados científicos, ingenieros, técnicos y profesionales que posee una sociedad. La crème de la crème . "Es algo así como cultivar frutos y regalar los mejores", comenta el doctor Enrique Oteiza, que desde hace cuatro décadas investiga sobre las migraciones argentinas. Oteiza, profesor del Instituto Gino Germani, de la UBA, y una de las figuras descollantes de la historia científica local, será disertante del seminario "Diáspora y circulación de talentos, ¿una movilidad al servicio del desarrollo en América latina?", que mañana y pasado analizará en la sede de la Alianza Francesa de Buenos Aires (Córdoba 946), con la presencia de especialistas argentinos y extranjeros, este problema de absoluta actualidad.

No es fácil estimar la cantidad exacta de argentinos en el exterior. "Cuando comenzó el período democrático se manejaban las cifras más fantasiosas", recuerda Oteiza. En 1984, junto con Alfredo Lattes y Rodolfo Bertoncello, Oteiza respondió a ese desafío. El resultado se publicó en el Centro Editor de América Latina con el título de Dinámica Migratoria Argentina, 1955-1984: democratización y retorno de expatriados . Por tres métodos distintos, los científicos hicieron la primera estimación confiable: en ese momento había entre 500.000 y 600.000 argentinos dispersos en el exterior; hoy esa cifra superaría el millón.

Para Oteiza, entre el 5 y el 10% de la diáspora corresponde a personal altamente calificado. El Programa Raíces, la red de vinculación con científicos argentinos residentes en el exterior tiene 4500 integrantes (el 32% en Europa, el 25% en América del Norte, el 38% en América latina, el 2% en Oceanía y Asia, el 0,04% en Africa, el 0,08% en América Central, y en otros países el 1%) y estima que hay 6000 en total, aunque no son datos oficiales. Otro trabajo, de Mario Albornoz, Ernesto Fernández Polcuch y Claudio Alfaraz, coincide en que habría entre 5000 y 7000 investigadores que residen permanentemente en el exterior. De las carreras científicas y tecnológicas de universidades locales egresan anualmente unos 3000 graduados.

¿Por qué emigran los científicos? A primera vista parece que es por dinero. Pero hay otras causas, si cabe, más decisivas, como la posibilidad de investigar con la infraestructura necesaria o la valoración que reciben en los países centrales. "Aunque tuve que exiliarme dos veces, siempre volví a poner el hombro -dice Oteiza-. Sin embargo, me da mucha rabia que aquí a los científicos se los reconoce cuando son valorados afuera. Después decimos «qué geniales somos los argentinos». Cuando se los reconozca primero acá voy a pensar que somos una sociedad que puede retener a su gente más valiosa."

Einstein tenía razón: una masa proviene de energía

Einstein tenía razón: una masa proviene de energía

Su hipótesis de 1905 quedó comprobada

Supercomputadoras mediante, un estudio permitió corrobar la fórmula expresada por el físico alemán en su célebre Teoría de la Relatividad. El anuncio.

Gracias a la utilización de algunas de las más potentes supercomputadoras del mundo, como Blue Gene, un equipo internacional de físicos probó en Francia que la masa del protón, una partícula cargada de electricidad positiva, proviene "en un 95% de la energía de los quarks y de los gluones", con lo que fue corroborada "por primera vez" la fórmula "E=mc2" de Albert Einstein.

"Una masa surgida de una energía es un resultado un tanto desconcertante, aunque es expresado por la célebre fórmula de Einstein E=mc2 que enuncia la equivalencia entre masa y energía", señaló el Centro Nacional de Investigaciones Científicas francés (CNRS) en un estudio que publicó la revista estadounidense Science.

De esta manera, el grupo de investigadores en cuestión llegó a la misma conclusión que Einstein expresa en 1905 en su célebre Teoría de la Relatividad: una masa proviene de energía. "Hasta hoy una hipótesis, el resultado queda por primera vez corroborado", continúa diciendo el CNRS.

Al igual que los neutrones, los protones son partículas que se encuentran en los núcleos de los átomos, a su vez constituidas por pequeñas subestructuras fundamentales llamadas quarks y gluones. La masa de los gluones es nula y "contrariamente a lo que se podría pensar, la masa de los quarks que componen un protón sólo representa un 5% de la masa de este último", explica el CNRS.

El 95% restante, según probó el equipo de físicos alemanes, franceses y húngaros, "resulta de la energía originada por los movimientos de los quarks y los gluones, así como de sus interacciones".

Fuente:
Perfil y AFP

 

En crisis, más ciencia

Después de décadas de inanición, estábamos en plan de recuperar el sistema científico local cuando... estalla "la crisis".

Hay que tener entrañas de acero bruñido para no temer que el descalabro de las bolsas, el pánico de los mercados y las recetas de economistas desesperados por "ahorrar" terminen por derramar la hiel del desastre financiero sobre el tímido renacimiento de la ciencia local. Con casi 5000 investigadores incorporados al Conicet y 600 científicos repatriados en los últimos años, mejor financiamiento, más publicaciones y un plan de infraestructura que promete aliviar las penurias de laboratorios superpoblados, ahora más que nunca es necesario sostener el esfuerzo para empezar a recoger los frutos.

Por eso, es un signo alentador que todos los ministros de ciencia de América, que ayer y anteayer confluyeron en la Reunión de Ministros y Altas Autoridades de Ciencia y Tecnología del Consejo Interamericano de Desarrollo Integral de la OEA, hayan redactado un documento en el que recomiendan a los países en desarrollo que mantengan su inversión en ciencia como única manera para sortear la difícil situación que se avecina.

El grupo de ministros, que nombraron presidente de la Comisión Interamericana de Ciencia y Tecnología al doctor Lino Barañao, titular de la cartera de Ciencia y Tecnología local, exhibió una inusitada coincidencia de prioridades: desde Canadá hasta Trinidad-Tobago, hubo acuerdo en que es el momento de aprovechar las condiciones que nos favorecen para aumentar la competitividad, y en que si ahora se bajan los brazos, la brecha entre países desarrollados y emergentes se ensanchará a pasos agigantados.

Para enfrentar "la crisis", en la reunión interamericana se barajó, por ejemplo, el lanzamiento de proyectos regionales en torno del aprovechamiento de la biomasa y el desarrollo de la biotecnología. Sólo resta confiar en que estas buenas intenciones se concreten en el mundo real...

Por Nora Bär para La Nación

Científicos argentinos explican un mecanismo clave de la vida

Describieron un proceso fundamental del "diálogo" entre las proteínas y el ADN
Lunes 22 de setiembre de 2008

Por Claudia Mazzeo
Para LA NACION

(Agencia CyTA-Instituto Leloir).- Un equipo de investigadores argentinos acaba de responder lo que para muchos era la "pregunta del millón": lograron describir cómo las proteínas reconocen el ADN, paso previo al inicio de las interacciones entre ambos. El descubrimiento se realizó en el Instituto Leloir y se publicó en una importante revista científica internacional, Proceedings of the National Academy of Sciences .

La regulación de las funciones vitales de las células depende en gran medida de ese reconocimiento. Para que entre ellas se rompan enlaces químicos y se formen otros nuevos deben atravesar un estado de alta energía conocido como "estado de transición", algo así como el embobamiento que precede al romance.

Ambas moléculas deben acercarse lo suficiente y sin timideces de por medio, o no habrá reacción posible. A mayor temperatura, mayor velocidad de reacción, y viceversa.

Si existieran revistas del corazón dedicadas a las moléculas, lo que sucede en el estado de transición seguramente sería uno de esos títulos que venden. Ocurre que se trata de un mecanismo común a todas las reacciones químicas que, si transcurre con éxito, puede dar paso a un nuevo producto (o molécula).

Por haber logrado desarrollar técnicas de medición capaces de capturar ese instante para poder describirlo, el egipcio Ahmed Zewail obtuvo el Nobel de Química en 1999. Durante los últimos 20 años, los científicos han logrado describir varios códigos de "seducción" que emplean en su transcurso algunas macromoléculas biológicas; hasta ahora, los más estudiados son los que involucran la interacción entre dos proteínas, como, por ejemplo, la hormona de crecimiento y su receptor. Sin embargo, hasta ahora, nadie había podido describir qué pasa entre las proteínas y el ADN en la intimidad de esa fugaz activación.

El estudio fue realizado por el doctor Gonzalo de Prat Gay, director del Laboratorio de Estructura-Función e Ingeniería de Proteínas de la Fundación Instituto Leloir, junto con dos jóvenes investigadores, Diego Ferreiro e Ignacio Sánchez.

La importancia del hallazgo radica en que todas las funciones vitales de las células -entre ellas, la expresión de los genes y la replicación del genoma- dependen del "diálogo" que establecen las proteínas y el ADN.

Para esto, una porción de la proteína debe reconocer y unirse de forma estable a una minúscula secuencia de no más de 20 pares de bases, de entre millones de opciones dispuestas a lo largo de la cadena de ADN.

Para realizar los experimentos, Prat Gay y su grupo emplearon como sistema modelo el ADN del virus del papiloma humano (HPV) y la proteína E2, que investigan desde hace más de diez años, y sobre las cuales han producido hallazgos de reconocimiento internacional.

"El virus del HPV es responsable de varios tipos de cáncer y tiene gran incidencia en el cáncer de cuello uterino; la proteína E2 es considerada un regulador maestro del ciclo de vida del HPV, ya que interviene en la replicación del genoma, en la traducción de los genes virales y en la migración del genoma viral durante la división celular", señala Prat Gay.

El doctor Diego Ferreiro explica que la estrategia empleada para observar en microsegundos los fenómenos submicroscópicos que lograron describir se basó en la interpretación de cambios de propiedades observables por fluorescencia.

"Modificamos el ADN del HPV con un compuesto que emite luz verde al ser iluminado con luz azul, y que también emplea la industria para dar brillo a algunos detergentes de uso doméstico. La intensidad de esa luz es diferente si el ADN está libre o unido a la proteína E2, por lo que pudimos inferir qué cantidad de proteína estaba unida al ADN, y cuán fuerte era la unión entre ambas", explica Ferreiro, que hace pocos días se incorporó a la Universidad Nacional de Quilmes.

Los científicos luego modificaron la superficie de la proteína en los diferentes puntos de unión con el ADN, y midieron cuánto afectaba ese cambio al "romance" entre proteína y ADN. "La fluorescencia nos permitió saber que la proteína se une al ADN en cerca de 20 enlaces que podríamos imaginar como brazos. Fabricamos proteínas mutantes, a las que les fuimos sacando cada uno de esos hipotéticos brazos (aminoácidos), para medir cuán afectada se veía la fuerza de interacción", cuenta Ignacio Sánchez, que es algo así como una inesperada contracara de la fuga de cerebros: oriundo de Zaragoza y doctorado en la Universidad de Basilea, Suiza, se unió al grupo argentino en 2006.

Luego, mediante un equipo (espectrofotómetro de flujo detenido), los científicos comprobaron cómo las modificaciones efectuadas a las proteínas afectaban la velocidad de la unión durante el estado de transición. "Para nuestra sorpresa, la velocidad de unión, durante el estado de interacción, está determinada por ciertas asociaciones denominadas «específicas», y de las que se pensaba que no eran las más importantes en la etapa inicial", relata con emoción Sánchez, cuyo análisis resultó decisivo en la interpretación de los resultados.

"Repetimos el experimento varias veces -continúa- porque nosotros mismos no podíamos creer que esas interacciones se produjeran primero, cuando todos esperaban que fueran las no específicas."

"Las velocidades con las cuales se forman los complejos ADN-proteína están finamente sintonizadas a través de millones de años de evolución", explica el doctor Claudio Grosman, profesor de Fisiología Molecular de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. "Estas velocidades son de suma importancia, porque en el interior de la célula, la formación y disociación del complejo proteína-ADN debe ocurrir en tiempos compatibles con el resto de los procesos celulares. Más rápido o más lento resulta, casi invariablemente, en enfermedad", agrega Grosman.

 

Nos quedamos fuera del desarrollo, porque no tenemos dinero para el billete de avión!!!

Comenzó otra "cumbre": la de los premios Nobel

Se reúnen y debaten con casi 600 jóvenes científicos del mundo
Martes 1 de julio de 2008 |

Según los organizadores, la única argentina seleccionada, Paula Villar, de la UBA y el Conicet, debió declinar la oportunidad por falta de fondos para el pasaje. La estadía y todas las actividades corren por cuenta de la Lindau Nobel Laureates Meetings Foundation.

LINDAU, Alemania.- Hasta el próximo viernes, esta idílica isla en miniatura ubicada donde confluyen las fronteras de Austria, Alemania y Suiza, en el lago Constanza, es también una confluencia de sabiduría, confraternidad y, por sobre todo, talento joven.

En su 58a. edición, el ciclo Encuentros con los Premios Nobel, que como todos los años organizan la Fundación y el Consejo de Lindau, reúne a 26 de esas estrellas de la ciencia y a 567 investigadores jóvenes sobresalientes llegados de 67 países. Durante los próximos días, el intercambio entre ambos grupos -en conferencias, paneles de discusión y charlas informales- será una posibilidad no sólo fascinante, sino también absolutamente única.

Las reuniones fueron inauguradas el domingo a la tarde, con una bienvenida de la también joven condesa Bettina Bernardotte de Wisburg. Su padre, Lennart, miembro de la familia real sueca, fue el creador de estos encuentros, hace más de medio siglo, con la idea de educar, inspirar e interconectar a jóvenes brillantes del mundo científico.

Este año, dedicado a la física, 200 son alemanes y el resto, llegados de los cinco continentes. Entre ellos, tres chilenos, siete brasileños y seis mexicanos, como Eduardo Gómez García, docente e investigador de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, a unos cientos de kilómetros de Ciudad de México.

Con sólo 32 años, Gómez García es becario de la Academia Mexicana de Ciencias. Está instalando un centro experimental en su facultad y planea "sacarle el jugo" a esta semana, entre otras cosas, entrando en contacto con el premio Nobel que trabaja en su campo de interés.

La Argentina, ausente

Según los organizadores, la única argentina seleccionada, Paula Villar, de la UBA y el Conicet, debió declinar la oportunidad por falta de fondos para el pasaje. La estadía y todas las actividades corren por cuenta de la Lindau Nobel Laureates Meetings Foundation.

Ayer a la mañana, muy temprano, las callecitas serpenteantes y salpicadas de flores de la isla se llenaron de jóvenes que caminaban hacia la Inselhalle, el luminoso edificio situado a orillas de un pequeño puerto de veleros, donde las conferencias empiezan a las 9 con puntualidad germana.

Los elegidos para la primera jornada pasaron revista a sus investigaciones y al trabajo que les valió el Premio Nobel, que en todos los casos surgió de una mirada al extraño comportamiento del zoológico subatómico.

Fueron Theodor Hänsch y John Hall, premiados en 2005 por sus desarrollos independientes de la espectroscopia de precisión basada en el láser; Peter Grünberg, que obtuvo el Premio Nobel en 2007 por descubrir la magnetorresistencia (que permitió albergar gigabytes en los discos duros de las computadoras); Klaus von Klitzing, premiado en 1985 por descubrir que a bajas temperaturas la resistencia eléctrica de un campo magnético no varía en forma continua, sino a través de una serie de saltos muy precisos; William Phillips, laureado en 1997 por desarrollar métodos para enfriar y atrapar átomos con el láser, e Ivar Giaever, que obtuvo el premio en 1973 por sus estudios sobre el "efecto túnel" y la superconductividad.

"La primera vez que vi a un premio Nobel, estaba a cien metros de distancia y no creí que podía acercarme -dijo Giaever, cuya presentación arrancó risas del auditorio-. Sin embargo, somos seres humanos."

Giaever contó que había nacido en Noruega, un país de poco más de cuatro millones de personas, y se había graduado como ingeniero mecánico.

De cómo ganar un Nobel

"En mi facultad -bromeó-, en ese tiempo éramos cien hombres; al año siguiente fueron 99 y una mujer. Ahora les voy a contar cómo un ingeniero mecánico de un pequeño país como el mío puede ganar el Premio Nobel. Primero, la suerte es un ingrediente necesario. Después, en Noruega, el 1 es la mejor nota y el 4, la peor. Pero en los Estados Unidos, el 4 es la mejor y el 1, la peor. Yo me saqué 4 en física y en matemática. Pero cuando me presenté a un trabajo en Norteamérica, mi jefe me entrevistó, miró mi diploma y pensó que debía ser muy bueno en física y matemática. Yo normalmente soy una persona muy honesta, pero no me pareció el momento adecuado para aclararlo. Luego tuve un excelente mentor y no entendía nada de lo que decía, pero como necesitaba un trabajo, pensé que era mejor hacerle caso "

Y acerca de la importancia del encuentro con las nuevas generaciones, agregó: "Es una oportunidad magnífica. Si Einstein, el más grande de los nuestros, no hubiera vivido, hoy sabríamos exactamente lo mismo. Nosotros no somos importantes. La ciencia lo es".

Por Nora Bär
Enviada especial

Diez vacantes

  • Por su tamaño, la Argentina tendría derecho a 10 plazas en estas reuniones. El Consejo de Encuentros con los Nobel en Lindau tiene acuerdos con las academias de ciencia de más de 42 países para que éstas organicen la competencia nacional que seleccionará los aspirantes. Los participantes se eligen por una revisión por pares. Más información o acceso a las conferencias en www.nobel-lindau.de

En las becas Guggenheim, otra vez la Argentina fue primera

Las recibirán trece científicos y artistas de nuestro país; Brasil obtuvo nueve

Viernes 13 de junio de 2008

Como viene sucediendo desde hace unos años, recorrer la lista de becarios del Caribe y América latina que acaba de dar a conocer la John Simon Guggenheim Foundation es estimulante: de los 36 galardones que en esta edición otorga para la región, 13 fueron a manos de científicos y artistas argentinos. Es el número más alto entre los países del área, seguido por Brasil, con 9, México, con 5, Chile, con 3, Perú, con 2, y Colombia, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, con uno cada uno.

El jurado, que como un hecho inusual para esas latitudes desde hace cuatro años es presidido también por un argentino, el doctor Guillermo Jaim Etcheverry, se reunió en Nueva York a principios de mayo y tuvo que evaluar 569 postulaciones. "Cada uno de nosotros toma un conjunto de campos y analiza las presentaciones y los juicios de los árbitros -cuenta-. Siempre es muy difícil, porque los candidatos son todos muy buenos y de importante trayectoria."

Jaim Etcheverry atribuye el éxito de los argentinos, entre otras cosas, a la larga tradición de excelencia de la ciencia local. Pero advierte: "Brasil y Chile están creciendo, de modo que si no se hacen las inversiones necesarias, en el futuro el balance puede cambiar".

La beca Guggenheim es una de las distinciones más preciadas del mundo del pensamiento y un gran estímulo para creadores que ya tienen una carrera destacada. Uno de ellos es Fernando Pitossi, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, investigador del Conicet y director del Laboratorio de Terapias Regenerativas y Protectoras del Sistema Nervioso del Instituto Leloir. Junto con su grupo, estudia las células madre neurales en busca de posibles tratamientos regenerativos y protectores de las neuronas, con especial interés en el mal de Parkinson. El equipo intenta transferir genes a células o regiones específicas del cerebro de roedores "a bordo" de virus modificados, para aumentar la capacidad regenerativa.

La línea de trabajo de Fernando Goldbaum, actual director de la Fundación Leloir, se orienta al estudio del rol de ciertas vitaminas y proteínas que sensan la luz en la bacteria Brucella (causante de la brucelosis) y en la Rhizobium (que genera nódulos en las plantas). " Brucella y Rhizobium son patógenos muy relacionados evolutivamente", cuenta Goldbaum, que utilizará la beca para hacer experimentos biofísicos en su tema de estudio.

Otro de los premiados es Daniel de Florian,profesor de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBAquetrabaja en física de altas energías . " Estoy interesado en la búsqueda del bosón de Higgs [una hipotética partícula elemental masiva cuya existencia predice el modelo estándar de la física, pero que hasta ahora no fue observada] en el colisionador LHC", explica. De Florian viajará a trabajar en varios centros de investigación de punta, como el CERN y el Laboratorio de Brookhaven.

Gustavo Murer también está de festejo. El investigador del Conicet explora el intercambio de información entre la corteza cerebral y otras estructuras conocidas como "ganglios de la base", del que dependen funciones cerebrales básicas vinculadas con lo social. "Esta coordinación depende en gran medida de un neurotransmisor: la dopamina -explica-. Nosotros nos centramos en los mecanismos que coordinan poblaciones de neuronas cerebrales involucradas en la actividad motriz y la adquisición de hábitos conductuales en la enfermedad de Parkinson." Murer utilizará la beca para entender la maduración de estos circuitos neuronales durante la infancia y adolescencia. "Creemos que esto puede ayudar a comprender el origen de diversos trastornos neuropsiquiátricos, como el síndrome de hiperactividad o la esquizofrenia."

Roberto Salvarezza, del Instituto de Investigaciones Físico-Químicas, Teóricas y Aplicadas, estudia uno de los métodos más interesantes para construir dispositivos en escalas infinitesimales: el autoensamblado molecular. "En esta estrategia las moléculas se organizan espontáneamente en sistemas de mayor complejidad -explica-. Nosotros la utilizamos para la construcción de sensores, biosensores, catalizadores, dispositivos optoelectrónicos y para biorreconocimiento."

Mirta Aranguren, investigadora del Conicet en la Universidad de Mar del Plata, trabaja en compuestos poliméricos. "Estudio polímeros que «recuerdan» su forma original después de ser deformados y son capaces de recuperarla cuando se les aplica un estímulo externo [en este caso, temperatura]", dice. También fueron premiados Ana María Parma, del Centro Nacional Patagónico del Conicet (que estudia el manejo artesanal de pesquerías), los economistas Leonardo Gasparini y Pablo Gerchunoff, la politicóloga Catalina Smulovitz, Florencia Garramuño, investigadora del Conicet y directora del Programa de Cultura Brasileña de la Universidad San Andrés, Nora Domínguez, profesora de teoría literaria, y el compositor de música contemporánea Esteban Benzecry, residente en París.

Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION

Antonio Damasio: El cerebro, teatro de las emociones

Eduard Punset, entrevista a Antonio Damasio un referente mundial en neurociencias.
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Antonio Damasio es uno de los pioneros en este tipo de investigaciones y una de las personas con más autoridad en el mundo para hablar sobre el tema. En esta charla con Eduard Punset, aborda desde la fisiología neuronal de las emociones hasta las consecuencias de ello para la educación.

Antonio Damasio es profesor de la cátedra David Dornsife de neurociencia, neurología y psicología en la Universidad de Southern California donde también dirige el Instituto de Cerebro y Creatividad. En 2005, ganó el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica. Es autor de libros muy aclamados como La sensación de lo que ocurre, El error de Descartes o En busca de Spinoza: neurología de la emoción y los sentimientos.

Eduardo Punset Casals (Barcelona, 1936) es abogado, economista y comunicador científico. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Madrid y máster en Ciencias Económicas por la Universidad de Londres. Actualmente, es profesor de "Ciencia, Tecnología y Sociedad" en la Facultad de Economía del Instituto Químico de Sarrià (Universidad Ramon Llull). También es director y presentador del programa de divulgación científica "REDES" de TVE, presidente de la productora de contenidos audiovisuales científicos smartplanet y autor de varios libros cuyo principal objetivo es la divulgación del conocimiento científico.

Entrevista

Eduard Punset: Dices que los sentimientos son esquivos, pero también que las emociones preceden  a los sentimientos. Lo que afirmas, en realidad, es que las emociones son muy importantes. Y es increíble ver, si miramos a nuestro alrededor, lo poco que se sabe sobre las emociones.

Antonio Damasio: ¡Es cierto!

EP: En las escuelas… en las instituciones… por ejemplo, en un estadio de fútbol, a veces podemos encontrar racismo, puro racismo; y nadie le ha dicho a esa gente que detectar las diferencias, en el pasado remoto, en nuestros antepasados, era fundamental y probablemente necesario, pero que la situación hoy en día ha cambiado. Tras reflexionar tanto sobre las emociones y los sentimientos, ¿consideras que estamos todavía en una especie de desierto?

AD: Bueno, estamos en un terreno menos desértico que hace diez años. Creo que el hecho de que sepamos muchísimo más hoy en día sobre la biología neuronal de las emociones y los sentimientos nos ha colocado en una posición distinta. El problema al que nos enfrentamos ahora es trasladar nuestro conocimiento, nuestro conocimiento científico, al público general, y también a la formulación de políticas. Es necesario que los líderes políticos y educativos lleguen a entender lo importante que son los conocimientos sobre la emoción y el sentimiento, porque muchas de las reacciones que consideramos tan enfermas, tan patológicas, en nuestra sociedad, tienen que ver con las emociones, principalmente con las emociones sociales. Y con la facilidad con la que se desencadenan esas emociones sociales... y la manera en la que conducen a un conflicto social. 

La reflexión sobre las emociones es un campo menos desértico que
hace diez años, Damasio explica a Punset. (Fuente:
smartplanet)

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