Fuego en la nieve
Nuevamente el debate sobre el papel de los medios y sobre la actitud que los diferentes sectores y actores de la sociedad pueden o deben tener frente al sistema masivo de medios. Una polémica sobre el poder, la educación y la construcción de sentidos.
Por Sergio Kisielewsky *
Hace muchos años se estrenó una película hecha y producida durante la era soviética. Se llamó Venga y vea. Transcurría durante la Segunda Guerra Mundial en una aldea rusa. Había montañas, pájaros y ocurría la vida sin alteraciones de importancia. Hasta que entran las tropas alemanas y todo se desencadena en forma brutal. El director del film, Elem Klimov, no apela a un solo golpe bajo. Parece que con cierta timidez pone su cámara entre una loma y los techos de barro y adobe de una escuela. Hay chicos dentro y el espectador puede imaginarse cómo se completa la escena. En especial lo que hicieron los nazis, incendiándola con seres humanos dentro. Los gritos están como apagados y de pronto el cielo se nubla. La cámara muestra el humo que devora el lugar y después lo que queda del inmueble se ve con una normalidad sobrecogedora. ¿A esto se parece Cromañón?
En este caso, la realidad volvió a superar a la ficción. Un recital, en principio programado para divertirse y elevarse en el plano cultural, deviene en masacre. ¿Por qué denominarla así? Porque si lo que está en juego son las utilidades, el lucro, las superganancias por sobre la vida de las personas, algo está muy mal en nuestra sociedad. Antes actuaban los mariscales del exterminio, ahora son los grandes capitalistas protegidos por la trama del poder económico y político. Se sabe que Ibarra estaba a pocas cuadras de allí y no se bajó del vehículo que lo transportaba. Que no ayudó en la tarea de rescate de los cuerpos. Que no se puso al frente de las tareas solidarias. Se sabe de las coimas a funcionarios e inspectores, de la pirotecnia y de la comisaría impune que está a pocas cuadras del lugar. Se sabe que en el momento del incendio se trabó una de las puertas de salida, para así asegurarse el embolso de la recaudación. Y se sabe que nada justifica hacer ingresar a miles de jóvenes a un local habilitado para cientos.
Lo dicho es para pensar qué sociedad tenemos, qué sociedad queremos y cómo aquí no se cuida la vida, no se la protege. Cromañón es una metáfora cruel de la Argentina. El sistema busca “optimizar ganancias” y para ello no duda en matar. Para ellos la vida es un excedente. Lo único que importa es recaudar y no importa cómo.
Esa noche, el rol de los medios de comunicación tuvo el vértigo de los hechos. Y muy pocos analizaron las causas, la trama política y sus responsabilidades directas en la masacre. Sólo quedaron en pie aquellas imágenes del heroico trabajo de los jóvenes entrando al humo y al fuego para rescatar con vida a sus compañeros. Muchos murieron en el intento y no se los recuerda como se debe.
A los pocos días, desde muchos medios se formó opinión. Sobre “la gran cantidad de bebés en los baños” y otros elementos que no analizaban las razones para que la masacre se desencadenara. Los medios volvieron a poner en el centro la culpabilidad de la víctima. Remitía a los tiempos en que los jóvenes durante la dictadura eran secuestrados en plena madrugada de sus casas y la propaganda oficial rezaba: “¿Sabe con quién está su hijo ahora?”. El “por algo será” se volvía a instalar en el medio de las llamas. Como lo definió Tito Cossa en su obra El viejo criado, el fascismo por momentos tiene ojos de pequeño ahorrista y el poder mediático da vueltas a la manivela de la desinformación. Cromañón, por eso, sigue matando.
* Escritor
Fuente: Pagina 12
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