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CIELO Y TIERRA - ¿QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO?

El "indigenismo"

"El indigenismo centra la apertura del Foro Social"

Lula decide no llevar a Belém a dos de sus colaboradores conocidos por su defensa del neoliberalismo

JUAN ARIAS - Río de Janeiro - 28/01/2009

Mientras seguían llegando miles de personas procedentes de los cinco continentes congestionando la preciosa ciudad de Belém, donde ayer se habían inscrito ya 100.000 personas -entre ellas 2.000 indígenas, la mayoría líderes de comunidades-, muchas llegadas de Argentina, Perú, Venezuela, Panamá, México y Estados Unidos, el color protagonizó la apertura de la novena edición del Foro Social Mundial (FSM).

Aunque el Foro de Belém ha acabado centrando sus trabajos en la crisis financiera mundial, los indígenas no se olvidan de que, ya hace dos años, esta edición del FSM había sido organizada precisamente en Belém, considerada la puerta de la Amazonia, para discutir los grandes problemas de los indios de todo el mundo.

El primer acto del foro, aun antes de la gran marcha que recorrió por la tarde las calles de la ciudad, fue el encuentro de los indígenas con los pueblos llegados de África, donde se había celebrado el foro el año pasado. Indios y africanos se intercambiaron regalos, cantaron y bailaron juntos invocando a los espíritus y formaron con sus cuerpos la frase: "Salva la Amazonia". La imagen fue filmada por helicópteros y será retransmitida al mundo entero para sensibilizar a la opinión pública sobre los graves problemas amazónicos.

Están previstas hasta el domingo, fecha de la clausura, 2.500 actividades entre conferencias, debates, entrevistas colectivas, etcétera, a cargo de las 5.600 organizaciones presentes en el foro, de 150 países, bajo la mirada de más de 4.000 periodistas que esperan con interés, para el jueves, la presencia del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y de sus colegas de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Paraguay. Ante la posibilidad de que Lula pudiera ser abucheado como ocurrió en 2005 -cuando los activistas más radicales del Foro aplaudieron a Hugo Chávez-, la gobernadora del Estado de Pará, Ana Júlia Carepa, ha respondido, sin darle importancia, diciendo que el foro es un lugar "de debate, pero también de crítica".

Influencia política

Aunque el Foro Social Mundial fue concebido -cuando se creó en 2001 en Porto Alegre- como un acontecimiento independiente de las fuerzas políticas, en esta ocasión, además de los cinco jefes de Estado americanos, estarán presentes 12 ministros del Gobierno Lula y otros muchos políticos de América Latina. Dicha presencia ha sido defendida por el filósofo de izquierdas Emir Sader. "La Carta original del Foro consideraba sólo a los movimientos sociales y excluía expresamente a las fuerzas políticas, pero el cambio pasa por los Gobiernos, por lo que es necesario rearticular de una forma nueva la lucha social con la lucha política", destacó.

Curiosamente, no estarán presentes en Belém ni el ministro de Economía de Lula, Guido Mantega, ni el presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, defensores ambos de una economía neoliberal, que fue la seguida por Lula por lo menos hasta ayer.

Otro mundo es posible, en Brasil

Cinco jefes de Estado se dan cita en el Foro Social Mundial que se inaugura hoy en la ciudad brasileña de Belém

JUAN ARIAS - Río de Janeiro - 27/01/2009

En un clima de euforia se abre hoy en Belém de Pará la novena edición del Foro Social Mundial (FSM), con la presencia de más de 100.000 activistas llegados de todo el mundo y los jefes de Estado de cinco países latinoamericanos: Brasil, Venezuela, Bolivia, Paraguay y Ecuador.

Ridiculizados cuando en 2001 se abrió la primera edición del Foro Social en Porto Alegre para oponerse a las ideas neoliberales del Foro Económico Mundial de Davos, apodado el foro de los banqueros, hoy la reunión de Belém siente un cierto regodeo al ver cómo la crisis financiera mundial ha puesto en entredicho al capitalismo.

Para ver lo que ha cambiado el mundo habrá que estar atentos a lo que se va a escuchar a partir de hoy hasta el 1 de febrero en Belém, donde el lema antiguo del Foro Social, Otro mundo es posible, está en los labios y en el programa del nuevo presidente estadounidense, Barack Obama, el nuevo ídolo político mundial.

Los organizadores internacionales del foro están felices al ver que, este año, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en vez de ir al Foro Económico de Davos como en los años anteriores, ha vuelto al Foro Social Mundial, que él mismo inauguró en 2001, cuando aún no era presidente, y que tanto contribuyó a su elección en 2002. De hecho, Lula culpa hoy a las ideas económicas del Foro de Davos de la gran crisis financiera mundial.

¿Abandonará Lula el neoliberalismo que ha defendido estos años y que ha guiado la política económica de su Gobierno para convertirse a las ideas más revolucionarias y sociales del Foro de Belém? Lo veremos el jueves, cuando Lula hable a los más de 100.000 participantes, junto con sus colegas de Venezuela, Hugo Chávez; de Paraguay, Fernando Lugo; de Ecuador, Rafael Correa, y de Bolivia, Evo Morales.

Hasta hoy, Lula se había desmarcado siempre de sus colegas en materia de macroeconomía. La cuestión es si seguirá haciéndolo.

Problemas de los indígenas

El Foro de Belém se planeó hace dos años, cuando comenzó su preparación, para tratar los graves problemas de los indígenas de la Amazonia y toda la problemática generada en la defensa de la mayor selva virgen del mundo, santuario de la humanidad.

Por eso fue escogida como sede del encuentro la ciudad de Belém, capital de la Amazonia, y para ello fueron invitados 3.000 indígenas. Sin embargo, el tsunami de la crisis financiera mundial ha cambiado la agenda. A pesar de que se discutirán los temas indígenas, las miles de discusiones del foro estarán orientadas hacia la búsqueda de una respuesta a la actual crisis económica mundial.

Para Oded Grajew, uno de los fundadores del foro, las diversas ediciones del evento siempre han registrado una gran asistencia de la sociedad civil estadounidense. "No voy a decir que el foro ha sido responsable de la elección de Obama, pero hubo un movimiento fuerte en el FSM, en la línea de muchas de las ideas del nuevo presidente negro americano", asegura.

Diversos analistas del foro aseguran que, a partir de ahora, las políticas de justicia social, de democracia participativa, de desarrollo sostenible, de crítica a la globalización ?sobre todo, a partir de esta crisis mundial? van a estar más presentes en las agendas políticas de no pocos Gobiernos mundiales.

Uno de los escollos del encuentro de Belém es que algunos movimientos, como el de los Trabajadores Sin Tierra (MST) o la Central Única de Trabajadores (CUT), proponen que el foro se defina, que lance alguna propuesta política concreta y sirva para acciones globales. Quienes crearon el FSM, al contrario, piensan que debe mantenerse la idea de "gran debate abierto a todas las tendencias", sin decantarse por ninguna de ellas. Un foro concebido más bien como un gran fermento político y social, capaz de hacer crecer la conciencia social mundial.

 

Resurge el indigenismo argentino

Crece el orgullo indígena argentino.- El reconocimiento de sus derechos en la Constitución argentina y el auge social del movimiento en la vecina Bolivia han sido claves del desarrollo aborigen

ALEJANDRO REBOSSIO - Buenos Aires - 27/01/2009

La wiphala, la bandera multicolor del Tawantinsuyu (imperio inca), flamea en diversos sitios de la Quebrada de Humahuaca, en la provincia argentina de Jujuy (noroeste del país). Al entrar en Tilcara, uno de los principales pueblos de esta quebrada vecina de Bolivia, se lee en un paredón una pintada que se refiere al "orgullo" de la "nación" del Collasuyo, la provincia austral del imperio inca. Una y otra son imágenes que apenas se veían hace pocos años y que señalan que el indigenismo ha cobrado fuerza en Argentina, un país de mayorías blancas y mestizas, pero que aún cobija una minoría de los llamados "pueblos originarios".

Sin ninguna duda, hay un resurgimiento de los movimientos indígenas", reconoce Héctor Nieva, dirigente de la Comunidad Kolla Tinkunaku, situada en la provincia de Salta, también en el noroeste argentino. "A partir de que se asentaron los derechos indígenas en la Constitución argentina (1994) y del impulso de los movimientos sociales en Bolivia, con Evo Morales a la cabeza. Todo esto produjo un contagio en el norte de Argentina y en los mapuches -de la sureña región de la Patagonia. Cada vez más indígenas, reprimidos y discriminados durante siglos, tratan de buscar su resurgimiento como comunidades organizadas", explica Nieva.

En cambio, Jorge Nahuel, miembro de la Confederación Mapuche Neuquina, opina que "no hay un resurgimiento de pueblos que son milenarios, sino mayor visibilidad; siempre ha habido denuncias y demandas en un país que se jacta de ser el más europeo de América, pero antes estaban más ocultas". Advierte que, desde la Constitución de 1994 y la declaración de la ONU sobre los pueblos indígenas (2007), existe un "reconocimiento simbólico de la pluriculturalidad, pero el sistema jurídico, la educación y las instituciones son monoculturales". Reconoce que la nueva Constitución de Bolivia, que se votó el domingo, sienta un precedente en América porque "más allá de consagrar la wiphala como símbolo nacional" crea un Estado plurinacional. "Pero en Bolivia el 80% es indígena, y en Argentina no hay que caer en el análisis cuantitativo, sino en que somos naciones preexistentes", aclara.

De los 39 millones de habitantes de Argentina, unos 383.000 (el 1%) pertenecen a una diversidad de 35 pueblos indígenas, según una encuesta oficial de 2005. Entre las etnias más numerosas figuran los mapuches, kollas, tobas (noreste del país y Buenos Aires), wichí (norte), guaraníes (norte y Buenos Aires) y diaguitas (noroeste).

Cada pueblo tiene su diferente identidad, su propia lengua (algunos la perdieron con el tiempo ante el avance del español), pero comparten reclamaciones. La principal de ellas es el reconocimiento de sus tierras mediante títulos formales. Todas piden un mejor acceso a la sanidad y a la seguridad social, una educación que integre su cultura y su lengua, participación en la definición de las políticas públicas, respeto a sus autoridades y formas de organización y defensa de los recursos naturales. Los mapuches y los diaguitas se definen como "naciones", y reclaman que se respete su derecho a la autodeterminación, aunque con matices.

Los kollas de la ciudad de Humahuaca se distinguen porque formaron un partido político local, el Movimiento de Participación Comunitaria (MPC), que logró en las elecciones de 2007 el tercer puesto y una de las tres concejalías que estaban en disputa. A diferencia de la mayor parte de Argentina, Humahuaca cuenta con un alto porcentaje de población autóctona, pero las autoridades electorales no le permitieron al MPC agregar a su nombre la palabra "indígena" ni imprimir la wiphala en sus papeletas. Este año, el MPC se presentará en toda Jujuy con candidatos a legisladores nacionales, provinciales y municipales.

Sixto Quispe, que pretende ser elegido diputado provincial, explica el origen del partido: "Yo hice campañas con el peronismo; pero después de ganar, siempre nos dejaron de lado. Hasta hoy se mantiene el desamparo de los pueblos indígenas, mientras se entrega la riqueza a las multinacionales y a los que dicen ser pequeños agricultores. En Jujuy hay un 90% de indígenas, aunque nos hacen creer que somos argentinos. Estamos gobernados por inmigrantes". Sin embargo, Quispe aclara que también se siente argentino y carece de vínculos e incluso de información sobre el movimiento de Morales, más allá de que comparten algunas de sus reivindicaciones. También se diferencia de Rosa Chiquichano, la primera indígena diputada nacional, una tehuelche que en 2007 accedió al Congreso por el peronismo de la provincia patagónica de Chubut.

Los kollas de otras regiones prefieren "por ahora" no formar un partido. Hace cuatro años se formó el movimiento Kollamarca, con la participación de todas las comunidades kollas de la región salteña de Yungas y la reclamación de 1,1 millones de hectáreas. La Comunidad Kolla Tinkunaku logró en 2007 que el Gobierno de Salta le reconociera 70.000 hectáreas, y está a punto de acceder al título de otras 19.000 que ocupa una tabacalera que en el pasado había sido denunciada por someter a los indígenas a condiciones de semiesclavitud.

En la mítica carretera 40, que une Argentina de norte a sur, los diaguitas han "recuperado" -como dicen ellos- las ruinas de Quilmes, último bastión de resistencia indígena en el noroeste de este país en tiempos de la conquista española. Considerada su "ciudad sagrada", la Unión de Pueblos de la Nación Diaguita ocupó estos terrenos, que las autoridades habían concedido para su explotación a un artista y empresario de origen indígena.

"Antes éramos comunidades aisladas, y en los últimos años encontramos puntos en común ante el desalojo de las tierras y la contaminación de los recursos naturales", explica Fernando Nieva, abogado e integrante de la unión diaguita. En la carretera 40, a la altura de la provincia de Tucumán, se leen pintadas en las paradas de autobuses contra la minería por su uso de agua en esa árida región.

Los diaguitas se reconocen argentinos, pero advierten que "hay una pluralidad de naciones" en este país suramericano. "El derecho a la libre determinación no significa sólo la independencia, sino también el control de tierras y recursos naturales", aduce Fernando Nieva.

Kollamarca reivindica la "autodeterminación, pero no la autonomía total porque hoy en día no se va a lograr", admite Héctor Nieva. El dirigente kolla aclara: "Nosotros nos consideramos argentinos, pero los límites geográficos fueron impuestos por el Estado".

Los mapuches son más radicales. "Argentina es un invento moderno, de hace 200 años, y las culturas originarias son milenarias, de 10.000 años de antigüedad, según la antropología", reivindica Nuahuel. "Queremos que se reconozca que hay un Estado que alberga una nación milenaria", pide el dirigente, que responde cuando le preguntan si se siente argentino: "Somos mapuches en el Estado argentino, al que respetamos porque vivimos aquí". Por eso, su primer reclamación es el reconocimiento jurídico a la "autonomía mapuche", que le permita tener su idioma, sus escuelas bilingües, su sistema administrativo y su justicia -que no busca aislar al delincuente, sino que repare el daño causado. La otra ambición mapuche es el ordenamiento territorial que permita controlar los recursos naturales en disputa -vía bloqueos y ocupaciones- con petroleras, mineras y complejos turísticos. Los mapuches tampoco quieren participar en política mediante un partido propio: "No creemos en este sistema de partidos. Un partido serviría para dispersarnos, no somos el 80% de la población".

Fuente: El País

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