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Comenzó otra "cumbre": la de los premios Nobel

Se reúnen y debaten con casi 600 jóvenes científicos del mundo
Martes 1 de julio de 2008 |

Según los organizadores, la única argentina seleccionada, Paula Villar, de la UBA y el Conicet, debió declinar la oportunidad por falta de fondos para el pasaje. La estadía y todas las actividades corren por cuenta de la Lindau Nobel Laureates Meetings Foundation.

LINDAU, Alemania.- Hasta el próximo viernes, esta idílica isla en miniatura ubicada donde confluyen las fronteras de Austria, Alemania y Suiza, en el lago Constanza, es también una confluencia de sabiduría, confraternidad y, por sobre todo, talento joven.

En su 58a. edición, el ciclo Encuentros con los Premios Nobel, que como todos los años organizan la Fundación y el Consejo de Lindau, reúne a 26 de esas estrellas de la ciencia y a 567 investigadores jóvenes sobresalientes llegados de 67 países. Durante los próximos días, el intercambio entre ambos grupos -en conferencias, paneles de discusión y charlas informales- será una posibilidad no sólo fascinante, sino también absolutamente única.

Las reuniones fueron inauguradas el domingo a la tarde, con una bienvenida de la también joven condesa Bettina Bernardotte de Wisburg. Su padre, Lennart, miembro de la familia real sueca, fue el creador de estos encuentros, hace más de medio siglo, con la idea de educar, inspirar e interconectar a jóvenes brillantes del mundo científico.

Este año, dedicado a la física, 200 son alemanes y el resto, llegados de los cinco continentes. Entre ellos, tres chilenos, siete brasileños y seis mexicanos, como Eduardo Gómez García, docente e investigador de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, a unos cientos de kilómetros de Ciudad de México.

Con sólo 32 años, Gómez García es becario de la Academia Mexicana de Ciencias. Está instalando un centro experimental en su facultad y planea "sacarle el jugo" a esta semana, entre otras cosas, entrando en contacto con el premio Nobel que trabaja en su campo de interés.

La Argentina, ausente

Según los organizadores, la única argentina seleccionada, Paula Villar, de la UBA y el Conicet, debió declinar la oportunidad por falta de fondos para el pasaje. La estadía y todas las actividades corren por cuenta de la Lindau Nobel Laureates Meetings Foundation.

Ayer a la mañana, muy temprano, las callecitas serpenteantes y salpicadas de flores de la isla se llenaron de jóvenes que caminaban hacia la Inselhalle, el luminoso edificio situado a orillas de un pequeño puerto de veleros, donde las conferencias empiezan a las 9 con puntualidad germana.

Los elegidos para la primera jornada pasaron revista a sus investigaciones y al trabajo que les valió el Premio Nobel, que en todos los casos surgió de una mirada al extraño comportamiento del zoológico subatómico.

Fueron Theodor Hänsch y John Hall, premiados en 2005 por sus desarrollos independientes de la espectroscopia de precisión basada en el láser; Peter Grünberg, que obtuvo el Premio Nobel en 2007 por descubrir la magnetorresistencia (que permitió albergar gigabytes en los discos duros de las computadoras); Klaus von Klitzing, premiado en 1985 por descubrir que a bajas temperaturas la resistencia eléctrica de un campo magnético no varía en forma continua, sino a través de una serie de saltos muy precisos; William Phillips, laureado en 1997 por desarrollar métodos para enfriar y atrapar átomos con el láser, e Ivar Giaever, que obtuvo el premio en 1973 por sus estudios sobre el "efecto túnel" y la superconductividad.

"La primera vez que vi a un premio Nobel, estaba a cien metros de distancia y no creí que podía acercarme -dijo Giaever, cuya presentación arrancó risas del auditorio-. Sin embargo, somos seres humanos."

Giaever contó que había nacido en Noruega, un país de poco más de cuatro millones de personas, y se había graduado como ingeniero mecánico.

De cómo ganar un Nobel

"En mi facultad -bromeó-, en ese tiempo éramos cien hombres; al año siguiente fueron 99 y una mujer. Ahora les voy a contar cómo un ingeniero mecánico de un pequeño país como el mío puede ganar el Premio Nobel. Primero, la suerte es un ingrediente necesario. Después, en Noruega, el 1 es la mejor nota y el 4, la peor. Pero en los Estados Unidos, el 4 es la mejor y el 1, la peor. Yo me saqué 4 en física y en matemática. Pero cuando me presenté a un trabajo en Norteamérica, mi jefe me entrevistó, miró mi diploma y pensó que debía ser muy bueno en física y matemática. Yo normalmente soy una persona muy honesta, pero no me pareció el momento adecuado para aclararlo. Luego tuve un excelente mentor y no entendía nada de lo que decía, pero como necesitaba un trabajo, pensé que era mejor hacerle caso "

Y acerca de la importancia del encuentro con las nuevas generaciones, agregó: "Es una oportunidad magnífica. Si Einstein, el más grande de los nuestros, no hubiera vivido, hoy sabríamos exactamente lo mismo. Nosotros no somos importantes. La ciencia lo es".

Por Nora Bär
Enviada especial

Diez vacantes

  • Por su tamaño, la Argentina tendría derecho a 10 plazas en estas reuniones. El Consejo de Encuentros con los Nobel en Lindau tiene acuerdos con las academias de ciencia de más de 42 países para que éstas organicen la competencia nacional que seleccionará los aspirantes. Los participantes se eligen por una revisión por pares. Más información o acceso a las conferencias en www.nobel-lindau.de

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