Cosas bien hechas
Por Nora Bär para LA NACIÓN
01-04-2008
En medio de tantos desencuentros, uno se siente tentado de mirar la otra cara de la moneda: hay cosas que los argentinos hicimos y estamos haciendo bien.
Una de ellas acaba de cumplir medio siglo. Es el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (el INTI), creado para apoyar el desarrollo de una industria en esos momentos incipiente y promover la sustitución de importaciones.
Después de cinco décadas -y de superar contratiempos fenomenales-, el INTI ofrece una imagen francamente revitalizada. Si empezó impulsando las compañías metalmecánicas y automotrices (en esas épocas se financiaba con un impuesto del 0,25% a los créditos otorgados a la industria), hoy su acción no sólo se multiplicó en diversidad, sino también en alcance.
Después de sobrevivir a las reducciones de presupuesto y a las políticas de retiros voluntarios, a la falta de recursos y el congelamiento de vacantes que hizo perder a toda una generación de tecnólogos, el INTI hoy tiene 30 centros en 13 de las 24 provincias del país y 1800 orgullosos ingenieros, investigadores y técnicos que ofrecen servicios a más de 7000 empresas de todo tamaño y al propio Estado.
De programas desarrollados o alentados por el INTI surgieron sólo en los últimos años un deshidratador solar para pequeños productores, pintura con nanopartículas bactericidas para hospitales, toda una serie de dispositivos de ayuda para discapacitados, una estufa económica de leña no contaminante... El INTI, además, no tiene problemas de asesorar a pequeños productores -encuentra soluciones a problemas comunitarios, como la fabricación de pan sin sustancias nocivas- ni de ofrecer su opinión técnica en temas que agitan la vida nacional, como la salud pública, el ahorro energético, el conflicto con la papelera de Uruguay o el problema del campo. Representa, seguramente, uno de los ejemplos más logrados de transferencia del saber técnico y científico a la sociedad.
Y hablando de cosas bien hechas: mañana se firmará un memorando de entendimiento entre el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y la Universidad de Oxford. El acuerdo -al que se llega gracias a las gestiones del doctor Fernando Audebert, investigador del Conicet y director del Departamento de Ingeniería Mecánica de la UBA- permitirá promover programas de investigación y desarrollo conjuntos para fomentar la creación de empresas de alto valor agregado.
La noticia resulta verdaderamente estimulante si se tiene en cuenta que un acuerdo previo con la Facultad de Ingeniería de la UBA ya dio lugar al desarrollo y patentamiento de aleaciones de aluminio tan resistentes como el titanio y que ya despertaron el interés de empresas como Rolls Royce.
Es bueno que estas cosas bien hechas también se conozcan...
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