Blogia
CIELO Y TIERRA - ¿QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO?

Ciencia

Hoy sabemos que la función principal del cerebro humano es lo social

Por lo visto, nuestra actual tendencia a aislarnos, simbiotizarnos a aparatos, alejarnos del trato social lo más posible, discriminar, separar, encapsular, es la fuente de nuestro propio aniquilamiento (Claudia Santalla)

De la cabeza

"... Sobrevivimos porque usamos el cerebro para formar grupos.....

.... No pudimos haber sobrevivido como especie sin haber sido seres sociales. Uno de los aspectos del cerebro social es la empatía....... La gente sin empatía es psicópata”.

Ahí va uno. Ahí va otro. Y otro más. Pocos –casi ninguno– de los siete mil millones de seres humanos que a diario se despiertan, comen, se angustian y alegran, duermen y sueñan sobre otros mundos en este mundo se percatan de la existencia de un zumbido hueco, uno que está ahí incluso antes de que el ser humano comenzara a llamarse a sí mismo ser humano: aunque silenciosos e imperceptibles para la imaginación más aceitada, los impulsos nerviosos vuelan a velocidades hipersónicas a lo largo de un cosmos interno tan o más interesante que el cosmos externo. Esos chispazos conforman la verdadera banda sonora de la humanidad, un soundtrack eléctrico y bioquímico, que revela una conversación permanente: el diálogo fruicioso de las neuronas, aquellas estrellas invisibles que alfombran y pueblan el interior de nuestras cabezas. Y al hacerlo, nos hacen ser tal cual somos.

Así es el cerebro, aquella masa gelatinosa y gris de pliegues casi infinitos, invisible hasta que uno hace zapping en la madrugada y cae, desorientado y sin rumbo, en uno de los tantos canales científico-médicos que glamourizan las ciencias y desnudan con música de striptease al órgano rey, el gran dictador que todos –sea uno de izquierda o derecha– llevamos dentro.

No hay objeto más misterioso y complejo en el universo, capaz de disparar más preguntas que respuestas. Y los neurocientíficos lo saben: son ellos –y ellas– los que meten las narices (y desde ya, sus propios y particulares cerebros) en una de las más grandes fronteras de las ciencias, aquella sacudida en los últimos años por grandes revoluciones.

Eso se ve en el mundo y en la Argentina donde de a poco se va conformando una comunidad local e interdisciplinaria de neurólogos, físicos, matemáticos y psiquiatras orientada a comprender esta especie de nuez de 1,4 kilogramos y cien mil millones de neuronas (tantas como la cantidad de estrellas en la Vía Láctea). Y ya no vale estudiar únicamente al cerebro enfermo: ahora todos los cañones apuntan a desentrañar cómo toma decisiones, qué es la conciencia, qué rol juegan las emociones, el origen de la creatividad, la memoria, el lenguaje y demás actividades cognitivas que se aplican en la vida diaria.

DERRIBANDO MITOS. Si la primera mitad del siglo XX fue la era de la física y la segunda parte la era de la biología, el principio del siglo XXI es la era de las ciencias del cerebro-mente, o sea, de las neurociencias cognitivas que hace tiempo abandonaron aquella época oscura en la que la neurología clásica (y su precursora, la frenología) consideraba al cerebro como un mosaico de áreas o sistemas cada uno de ellos con una función bien definida y delimitada.

“Somos cerebros con patas”, dice el biólogo y divulgador ubicuo Diego Golombek, moderador en el Primer Diálogo Abierto sobre el Cerebro, organizado por INECO (Centro de Estudios de la Memoria y la Conducta) en celebración de su cuarto aniversario.

Y sigue el autor de Cavernas y palacios, un libro de lectura fundamental para adentrarse en la materia: “El cerebro guía nuestras decisiones, nuestra atención y memoria. Gran parte de lo que somos está comprimido en él. Son temas que uno se pregunta todo el tiempo, en el colectivo, en la casa o en charlas con amigos”.

La abundancia de preguntas es obvia. Al fin y al cabo, el estudio de la conciencia no tiene más de cien años. Aun así, paso a paso, van aflorando las respuestas en un campo en el que se sepultan a diario mitos bien anclados al sentido común y se confirman verdades.

Mito derribado número uno: aquel que dice que sólo usamos el 10% de nuestro cerebro, una afirmación que, si se la rastrea como un arqueólogo, encuentra su origen en los textos del estadounidense Dale Carnegie, autor de libros de autoayuda, quien citó mal un pasaje de William James. “El cerebro humano funciona siempre al máximo de su capacidad –indica Iván Izquierdo, investigador de la Universidad Católica de Rio Grande do Sul en Porto Alegre, Brasil, y especialista en memoria–. Eso de que sólo usamos el 10% del cerebro es una imbecilidad. El cerebro funciona como un auto subiendo una pendiente. Más que eso no puede, por más drogas que se tomen. No hay medicamento que mejore la memoria normal. Lo que sí hay son fármacos que mejoran la memoria que no funciona bien, por ejemplo gente con mal de Alzheimer”.

El segundo mito demolido es aquel que señala que la gente con alto coeficiente intelectual (o IQ) y que sólo tuvo 10 en el colegio es más inteligente. “Las mediciones del coeficiente intelectual no sirven –remarca el neurólogo Facundo Manes, creador y director de INECO–. La inteligencia social prevalece muchas veces sobre la analítica”.

EL ÓRGANO DE LA CIVILIZACIÓN. Según los propios neurocientíficos, la ciencia del cerebro está hoy donde estaba la química inorgánica en los días de Mendeleyev, o en la época pre-newtoniana en física. Aun así, van aflorando algunas respuestas. Por ejemplo, el rol de los lóbulos frontales, considerados por el gran neuropsicólogo soviético Alexander Luria (1902-1977), “los órganos de la civilización”: son el último logro en la evolución del sistema nervioso. Sólo en los seres humanos (aunque también en cierta medida en los grandes simios) alcanzan un desarrollo tan grande. “Son el CEO del cerebro, el líder, el director de orquesta que coordina los mil instrumentos de suenan y activan –describe Elkhonon Goldberg en El cerebro ejecutivo–. Sin ellos, la civilización nunca podría haber surgido. Ahí reside la intencionalidad del individuo, el juicio. Son cruciales para la imaginación, la empatía, la identidad. Ellos encierran los impulsos, las ambiciones, la personalidad, la esencia individual, la previsión y planificación. Los lóbulos frontales nos hacen humanos”.

Por eso, esta zona de la corteza cerebral es una de las favoritas de los nuevos detectives de la mente. “A mí me interesa estudiar el cerebro social –cuenta Jean Decety, jefe de laboratorio de Neurociencia Cognitiva Social de la Universidad de Chicago, Estados Unidos, que se dedica a escanear los cerebros de presos en cárceles estadounidenses–. No pudimos haber sobrevivido como especie sin haber sido seres sociales. Uno de los aspectos del cerebro social es la empatía. O sea, me interesan preguntas como ¿por qué nos preocupamos por los otros? ¿Por qué a veces somos altruistas y otras veces somos egoístas? Así nos moldeó la evolución. La gente sin empatía es psicópata”.

Un enfoque similar es el de Mario Méndez (Universidad de California, Estados Unidos). “Hoy sabemos que la función principal del cerebro humano es lo social –cuenta–. Sobrevivimos porque usamos el cerebro para formar grupos”.

Otra área candente, por ejemplo, es la que estudia la toma de decisiones. Lo que han mostrado las neurociencias es que la mayoría de los juicios humanos no son conscientes. “Desde que nos levantamos vivimos tomando decisiones y uno no tiene tiempo de procesar los pros y los contras de cada decisión –explica Manes–. Se ha demostrado que factores emocionales de experiencias previas influyen en la toma de decisiones. Algunas llegan a la conciencia pero la mayoría no”.

La elección de terminología similar a la del psicoanálisis no es casual: los actuales neurocientíficos no buscan chocar con los intelectuales del diván si no incluirlos en la misma causa. “Somos los continuadores de Freud”, dice el argentino Tristán Bekinschtein (Universidad de Cambridge). Y se gana los aplausos.

EL VIAJE CONTINÚA. Así como se avanza en este campo, “el gran misterio a resolver” según el filósofo Daniel Dennett, también se abandonan clisés, lugares comunes, como el de comparar el funcionamiento del cerebro con el de una computadora o un gran archivo. Una metáfora inservible si se tiene en cuenta que las computadoras no son plásticas y moldeables por la experiencia como los cerebros y que no tienen niñez ni adolescencia como los seres humanos, época crucial en el desarrollo del juicio.

Aún en pañales, las ciencias del cerebro ya despegaron en un viaje hacia la intimidad del ser. Y Josef Parvizi (Universidad de Stanford) lo sabe bien: “En el fondo, nuestro objetivo es entender la naturaleza humana. Recién ahora comenzamos a darnos cuenta de que los seres humanos no somos tan racionales como creíamos –advierte–. La ciencia no es ganar un premio Nobel o hacer descubrimientos, sino entender nuestra naturaleza”.

El ABC del ACV

Los datos son tan contundentes que agregar cualquier palabra de más molesta: en la Argentina cada cuatro minutos una persona sufre un ataque cerebrovascular o ACV. Dato dos: el ataque cerebral es la tercera causa de muerte en el mundo y es la primera causa de discapacidad en adultos (la Organización Mundial de la Salud estima que 5,5 millones de personas mueren cada año por ACV). Y hoy, en el país, gran parte de la población no sabe qué es y, peor, tampoco quiere saberlo. “Hace 20 años, Canadá estaba como nosotros estamos ahora, en un estado de desconocimiento absoluto. Y se propusieron cambiar. Ahora tiene los mejores estándares en el mundo. Primero, lo importante es mostrar y divulgar con campañas qué es un ACV. Muchos ven esto en la tele y cambian de canal”, cuenta el neurólogo Luciano Sposato, director del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.

–¿Y? ¿Qué es un ACV?

–Es un problema neurológico. Se produce por un problema en las arterias que llegan al cerebro: o se tapan o se rompen. Si se tapan se produce un infarto igual que en el corazón y si se rompen producen una hemorragia. En los dos casos se produce muerte neuronal. O sea, las neuronas no se reproducen. Las secuelas dependen de la zona en el cerebro en la que se haya producido.

–¿Y cómo se detecta que una persona está sufriendo un ACV?

–Los principales síntomas son debilidad o adormecimiento de la mitad del cuerpo: cara, brazo, pierna. También se da confusión o dificultad para hablar, problemas repentinos para ver con uno o los dos ojos y dolor de cabeza súbito y muy fuerte.

–¿Están identificados los factores de riesgo?

–Se sabe que se van acumulando a lo largo de la vida. El ACV por lo general es más frecuente a partir de los 55 años, pero no eso no quiere decir que no haya casos en gente joven. Hay una relación muy fuerte con el corazón. Junto al cerebro son los órganos fundamentales. La mayoría de los pacientes cuenta que en la semana previa a tener el ACV “tuvieron un disgusto” o una situación importante de estrés. Todos estamos sometidos a cierta cantidad de estrés pero varía nuestra capacidad de adaptarnos.

–¿O sea, uno puede tener un pico de estrés un lunes y tener un ACV el viernes?

–Sí. No es de un día para el otro.

–¿Qué no se sabe del ACV?

–Hay factores de riesgos que desconocemos. Lo que se sabe es la existencia de perfiles de riesgo: tener hipertensión arterial, diabetes, enfermedades del corazón y fumar, por ejemplo. Los hombres sufren más ACV que las mujeres, aunque no se entiende muy bien por qué ellas tienen más secuelas y tienen menor respuesta a los tratamientos.

–¿Cuántas personas tienen secuelas?

–El 30% muere el primer mes. El 20% queda sin secuelas y el resto queda con secuelas severas o moderadas. Una persona que tuvo un ataque cerebrovascular tiene más riesgo de tener otro que una persona que nunca tuvo uno. Los médicos deben trabajar como detectives en casos de ACV para averiguar por qué se produjo.

Nota publicada en Crítica Digital 12-11-09

Inventaron un dispositivo para limpiar de arsénico el agua

Once genios argentinos contra la contaminación

Son estudiantes de Ingeniería Química, resultaron finalistas de un concurso internacional y competirán en Alemania contra equipos de todo el mundo. Si ganan, prometen aplicar su innovación en las zonas más pobres del país.

“Es nuestra oportunidad para solucionar un gran problema de contaminación”, dice Augusto García que tiene 21 años y estudia ingeniería química en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires. Él, junto a diez chicos de entre 20 y 26 años, todos estudiantes del ITBA, son finalistas del concurso Mondialogo Engineering Award, organizado por Daimler AG –propietaria de la marca Mercedes-Benz en la Argentina– y Unesco. La final se realizará del 6 al 9 de noviembre en la ciudad de Stuttgart, Alemania. Treinta grupos de estudiantes presentarán distintos trabajos que colaboran con el cuidado del medio ambiente. El del participante argentino consiste en un pequeño artefacto que elimina el arsénico de las aguas subterráneas. El aparatito se anexa a las canillas y hace que el agua no dañe a la salud.

“El concurso busca promover el diálogo intercultural, el entendimiento y el intercambio entre personas jóvenes”, asegura Eugenia Guerra, una de las representantes de Mercedes-Benz. Quien resulte ganador se llevará 300 mil euros con los que se financiará la puesta en marcha de la iniciativa.

EXPERIMENTOS. La potabilización del agua y el descarte de arsénico son investigados por el laboratorio desde hace dos años. Sin embargo, el grupo de trabajo se formó en octubre del año pasado, “cuando se presentó la posibilidad económica a través del concurso”, explica María Marta Fidalgo, profesora asociada del Departamento de Ingeniería Química del ITBA. “Existen otras opciones tecnológicas para remover el arsénico, pero nosotros pensamos una solución para zonas de muy bajos recursos. Además de ser una opción económica es muy fácil de usar”, cuenta.

Las zonas del país elegidas para poner en marcha la prueba piloto son el norte de Mendoza y Santiago del Estero, porque “son las más necesitadas, tienen muchos problemas de contaminación y muy bajos recursos”, explica Javier Figueyra, estudiante de tercer año de ingeniería química. Pero los especialistas explican que la contaminación de aguas con arsénico también puede observarse en algunas zonas del Gran Buenos Aires, como sucede en Junín, Benavídez o en General Pacheco, donde los vecinos acuden a las municipalidades con estudios médicos que confirman el daño producido por la ingesta de aguas contaminadas con arsénico.

Los jóvenes innovadores saben que son muchos los lugares que padecen de la presencia de esa sustancia y por eso coinciden en que su mayor deseo es poder hacer realidad el proyecto “en aquellos lugares en donde se necesite”. Si resultan ganadores, piensan aplicar la técnica no sólo en casas particulares, sino también en clínicas y escuelas. “Es elemental que la gente se sienta involucrada con este trabajo y sea consciente de lo mal que hace tomar agua con arsénico”, dice García, estudiante de cuarto año de ingeniería química. Florencia Tassano Viaña también cursa el cuarto año de la misma carrera y está emocionada por ser parte del proyecto: “Lo primero que escuché es que unos profesores estaban haciendo una convocatoria para saber qué alumnos estaban interesados. Cuando me enteré de que se trataba de remoción de arsénico en agua me entusiasmó mucho más porque tengo familiares en el interior y sufren ese problema”.

UN VENENO INVISIBLE. El arsénico es una sustancia química que se encuentra naturalmente en el subsuelo en diversas regiones del mundo. El país asiático de Bangladesh es, hasta ahora, el más afectado en todo el planeta. El consumo reiterativo y prolongado de agua contaminada con este componente químico es extremadamente nocivo para la salud. La mayoría de las personas enferma sin darse cuenta, porque el agua no tiene ningún olor o sabor extraños. Pero con el tiempo, empiezan a aparecer manchas en la piel, sensación de ardor, cansancio crónico, pérdida de la sensibilidad en las extremidades o gangrena, entre otros síntomas.

Orden judicial para Junín

La Suprema Corte de Justicia bonaerense condenó al municipio de Junín por suministrar agua con alto contenido de arsénico. Sostuvo que esa sustancia “entraña un peligro cierto a la salud de los habitantes de la zona” y lo instó a comenzar en menos de 90 días acciones contundentes para limpiar el agua. El fallo sienta jurisprudencia. El amparo fue presentado por un grupo de vecinos contra la Municipalidad de Junín. La Corte instó a intervenir en forma “formal y expresa” al ente público de contralor –Organismo de Control de Aguas de Buenos Aires (OCABA)– “en aras de establecer un programa que fije un comportamiento definido con adecuada precisión técnica”.

 

Publicado en Crítica Digital - 21-08-09

Levaduras que toman serias decisiones

Uno no puede menos que quedarse pasmado por los intrincados procesos que ocurren dentro de las células, y el jinete, jinete-búho, o jinete-cocodrilo, no es la excepción. ¡Las mínimas, las antiguas, las queridas levaduras tomando decisiones!

El Rating de la Ciencia

Por Nora Bär

Miércoles 13 de mayo de 2009

Hay circunstancias en que uno se siente irremediablemente "fuera de foco". Por ejemplo, cuando ciertas propuestas de TV acaparan los temas de conversación de la mayor parte de la humanidad que vive en este país y uno se deslumbra por una rareza como... la marcha de los convenios de cooperación científica entre la Argentina y Europa.

Lo confieso: nunca había visto el programa más popular de la Argentina (según los especialistas, 46 puntos de rating) hasta que el otro día me instalé delante de la pantalla para ver en directo qué tipo de magia escondía semejante admiración mediática.

La experiencia me resultó simpática, aunque un tanto abrumadora. Pero déjenme contarles que, en el reverso de esta realidad, la ciencia local también tiene buen rating.

Un logro soprendente acaba de darse a conocer durante el taller que se realizó hasta ayer para identificar oportunidades de colaboración científica y tecnológica con la Comunidad Europea: con 300 proyectos, la Argentina es el país que lidera la cooperación europea con América latina. Es más: según precisó José Manuel Silva Rodríguez, director general de investigación científica de la comunidad, en el Séptimo Programa Marco, que distribuye 34.000 millones de euros para proyectos de cooperación (de los 54.000 millones que destina a la ciencia en general), el país tiene un índice de éxito mayor que el promedio de los de la Unión Europea. Uno de cada cinco proyectos locales que se presentan es aprobado; en Europa esa cifra es aproximadamente de uno cada seis.

Cuando se dice que la Argentina colabora con la Comunidad Europea quiere decir que, ante una convocatoria del área que se considere prioritaria (como salud humana o animal, biotecnología, energía, alimentos, nanotecnología, medio ambiente, transporte, comunicación y otros), sus equipos de investigación forman parte de un consorcio y se les paga por lo que investigan.

Tratándose de un terreno tan altamente competitivo como la ciencia, tal vez tenga razón Silva Rodríguez cuando dice que "estamos en buena situación para ser ambiciosos".

LA NACIÓN - 13/05/09

"Cuando ya no pueda pensar, quiero que me ayuden a morir con dignidad"

El 22 de abril cumplió 100 años Rita Levi-Montalcini

La científica italiana, premio Nobel de Medicina, soltera y feminista perpetua -"yo soy mi propio marido", dijo siempre- y senadora vitalicia produce todavía más fascinación cuando se la conoce de cerca. Apenas oye y ve con dificultad, pero no para: investiga, da conferencias, ayuda a los menos favorecidos, y conversa y recuerda con lucidez asombrosa.

Sobrada de carácter, deja ver su coquetería en las preciosas joyas que luce, un brazalete que hizo ella misma para su gemela Paola, el anillo de pedida de su madre, un espléndido broche también diseñado por ella. Desde sus ojos verdes vivísimos, Levi-Montalcini escruta a un reducido grupo de periodistas en la sede de su fundación romana, donde cada tarde impulsa programas de educación para las mujeres africanas.

Por las mañanas visita el European Brain Research Institute, el instituto que creó en Roma, y supervisa los experimentos de "un grupo de estupendas científicas jóvenes, todas mujeres", que siguen aprendiendo cosas sobre la molécula proteica llamada Factor de Crecimiento Nervioso (NGF), que ella descubrió en 1951 y que juega un papel esencial en la multiplicación de las células, y sobre el cerebro, su gran especialidad. "Son todas féminas, sí, y eso demuestra que el talento no tiene sexo. Mujeres y hombres tenemos idéntica capacidad mental", dice.

Con ella está, desde hace 40 años, su mano derecha, Giuseppina Tripodi, con quien acaba de publicar un libro de memorias, La clepsidra de una vida, síntesis de su apasionante historia: su nacimiento en Turín dentro de una familia de origen sefardí, la decisión precoz de estudiar y no casarse para no repetir el modelo de su madre, sometida al "dominio victoriano" del padre; el fascismo y las leyes raciales de Mussolini que le obligaron a huir a Bélgica y a dejar la universidad; sus años de trabajo como zoóloga en Misuri (Estados Unidos), el premio en Estocolmo -"ese asunto que me hizo feliz pero famosa"-, sus lecturas y sus amigos (Kafka, Calvino, el íntimo Primo Levi), hasta llegar al presente.

Sigue viviendo a fondo, come una sola vez al día y duerme tres horas. Su actitud científica y vital sigue siendo de izquierdas. Pura cuestión de raciocinio, explica, porque la culpa de las grandes desdichas de la humanidad la tiene el hemisferio derecho del cerebro. "Es la parte instintiva, la que sirvió para hacer bajar al australopithecus del árbol y salvarle la vida. La tenemos poco desarrollada y es la zona a la que apelan los dictadores para que las masas les sigan. Todas las tragedias se apoyan siempre en ese hemisferio que desconfía del diferente".

Laica y rigurosa, apoya sin rodeos el testamento biológico y la eutanasia. Y no teme a la muerte. "Es lo natural, llegará un día pero no matará lo que hice. Sólo acabará con mi cuerpo". Para su centenario, la profesora no quiere regalos, fiestas ni honores. Ese día dará una conferencia sobre el cerebro.

Pregunta. ¿Cómo es la vida a los cien años?

Respuesta. Estupenda. Sólo oigo con audífono y veo poco, pero el cerebro sigue funcionando. Mejor que nunca. Acumulas experiencias y aprendes a descartar lo que no sirve.

P. ¿Se arrepiente de no haber tenido hijos?

R. No. Era adolescente cuando decidí que nunca me casaría. Nunca habría obedecido a un hombre como mi madre obedecía a mi padre.

P. ¿Recuerda el momento en que decidió estudiar? ¿Qué dijo su padre?

R. Era el periodo victoriano. Mi padre era una persona de gran valor intelectual y moral, pero un victoriano. Desde niña estaba contra eso, porque veía a mi padre dominar todo, y decidí que no quería estar en un segundo plano como mi madre, a la que adoraba. Ella no mandaba. Dije a mi padre que no quería ser ni madre ni esposa, que quería ser científica y dedicarme a los otros, utilizar las poquísimas capacidades que tenía para ayudar a los que necesitaban. Que quería ser médica y ayudar a los que sufrían. Él me dijo: "No lo apruebo pero no puedo impedírtelo".

P. ¿Qué momentos de su vida han sido más emocionantes?

R. El descubrimiento que hice, que hoy es más importante que entonces. Cuando cada experimento confirmaba mi hipótesis, que iba completamente contra los dogmas de ese tiempo, viví momentos emocionantes. Quizás el más emocionante. Por el resto, el reconocimiento de Estocolmo me dio mucho placer, claro, pero fue menos emocionante.

P. Su tesis demostró que, de los dos hemisferios del cerebro, uno está menos desarrollado que el otro.

R. Sí, el cerebro límbico, el hemisferio derecho, no ha tenido un desarrollo somático ni funcional. Y, desgraciadamente, todavía hoy predomina sobre el otro. Todo lo que pasa en las grandes tragedias se debe al hecho de que este cerebro arcaico domina al de la verdadera razón. Por eso debemos estar alerta. Hoy puede ser el fin de la humanidad. En todas las grandes tragedias se camufla la inteligencia y el razonamiento con ese instinto de bajo nivel. Los regímenes totalitarios de Mussolini, Hitler y Stalin convencieron a las poblaciones con ese raciocinio, que es puro instinto y surge en el origen de la vida de los vertebrados, pero que no tiene que ver con el razonamiento. El peligro es que aquello que salvó al australopithecus cuando bajó del árbol siga predominando.

P. En cien años usted ha conocido esos totalitarismos. ¿Cómo se puede evitar que vuelvan?

R. Hay que comenzar en la infancia, con la educación. El comportamiento humano no es genético sino epigenético, el niño de dos o tres años asume el ambiente en el que vive, y también el odio por el diferente y todas esas cosas atroces que han pasado y que pasan todavía.

P. ¿Qué aprendió de sus padres? ¿Qué valores le transmitieron?

R. Lo más importante era comportarse de una manera razonable, saber lo que vale de verdad. Tener un comportamiento riguroso y bueno, pero sin la idea del premio o el castigo. No existía la idea del cielo y el infierno. Éramos religiosos, pero la actitud ante la vida no tenía que ver con la religión. Existía el sentido del deber, pero sin compensación post mortem. Debíamos comportarnos bien, eso era una obligación. Entonces no se hablaba de genética, pero era ese espíritu. Sin premio ni miedo.

P. Su origen es sefardí. ¿Hablaban español en casa?

R. No, nunca tuvimos mucha relación con esa lengua. Sabíamos que veníamos de la parte sefardí y no de la askenazi, pero no se hablaba de ello, no nos importaba mucho ser de una u otra. Spinoza me hacía feliz, era un gran referente cultural, y todo lo que sabíamos procedía de los grandes pensadores hebreos, pero no había un sentido de orgullo, de ser mejores, nunca pensamos así.

P. ¿Basta un siglo para comprender a Italia?

R. Es un país maravilloso, por el clima, por la historia del Renacimiento, y por sus enormes contribuciones, su historia formidable de capacidad y descubrimientos. Me sentí siempre judía e italiana, las dos cosas al 100%. No veía dificultad en eso.

P. ¿Cómo ve a Italia hoy?

R. Tiene un fortísimo capital humano, capacidad innovadora y de convivencia, orgullo del pasado, y no se siente demasiado afectada por las cosas negativas, como la mafia. Siempre sentí que era un país del que era una suerte formar parte y haber nacido. Ser italianos era parte de nosotros, nadie nos preguntaba si éramos italianos o no. También era una suerte ser judía. No conocí la Biblia, no tuve una educación religiosa, y me reflejaba en el capital artístico y moral italiano y judío. No pertenecí a una pequeña minoría perseguida, sabía que eso ocurría, pero no me sentía parte de ello. Desde niña me sentía igual que los demás. Cuando me preguntaban "¿cuál es tu religión?", contestaba: "Yo, librepensadora", y nadie sabía qué era eso. Y tu padre qué es: ingeniero.

P. ¿Cómo vivió el fascismo?

R. No siento rencor personal. Sin las leyes raciales, que determinaron que los judíos éramos una raza inferior, no hubiera tenido que recluirme en mi habitación para trabajar, en Turín y luego en Asti. Pero nunca me sentí inferior.

P. ¿Así que no sintió miedo?

R. Miedo, no; desprecio y odio sí, netamente por Mussolini. A mi profesor Giuseppe Levi lo seguí paso a paso y era feliz por lo que él valientemente osaba hacer y decir. Nunca sentí la persecución porque mis compañeros de universidad católicos me consideraban igual. Y no tuve sensación de peligro. Cuando empezaron las persecuciones, eran tan inmundas las cosas que se decían que no me daba por aludida. Estaba ya licenciada en 1936, había estudiado con Renato Dulbecco, católico, y Salvatore Luria, judío, y no tenía sensación de ser distinta.

P. ¿Cree que hay peligro de que vuelva el fascismo?

R. Sí, en los momentos críticos prevalece más la componente instintiva del cerebro, que se camufla de raciocinio y anima a los jóvenes a razonar como si fueran parte de una raza superior.

P. ¿Ha seguido la polémica sobre el Papa, los preservativos y el sida?

R. No comparto lo que ha dicho.

P. ¿Y qué piensa del poder que tiene la Iglesia? ¿Es demasiado?

R. Sí. Fui la primera mujer admitida en la Academia Pontificia y tuve una buena relación con Pablo VI y con Wojtyla, también con Ratzinger, aunque menos profunda que con Pablo VI, al que estimaba mucho. No la tuve en cambio con aquel considerado el Papa Bueno, Roncalli (Juan XXIII), que para mí no era bueno, porque era muy amigo de Mussolini y cuando comenzaron las leyes antifascistas dijo que había hecho un gran bien a Italia.

P. ¿Ha cambiado mucho su pensamiento a lo largo de la vida?

R. Poco, poco. Siempre pensé que la mujer estaba destruida porque el hombre imponía su poder por la fuerza física y no por la mental. Y con la fuerza física puedes ser maletero, pero no un genio. Lo pienso todavía.

P. ¿Le importó alguna vez la gloria?

R. Para mí, la medicina era la forma de ayudar a los que no tenían la suerte de vivir en una familia de alto nivel cultural como la mía. Esa línea recta no ha cambiado. La actividad científica y la social son la misma cosa. La ayuda a las mujeres africanas y la medicina son lo mismo.

P. ¿El cerebro sigue siendo un misterio?

R. No. Ahora es mucho menos misterioso. El desarrollo de la ciencia es formidable, sabemos cómo funciona desde el lado científico y tecnológico. Su estudio ya no es un privilegio de los expertos en anatomía, fisiología o comportamiento. Los anatomistas no han hecho gran cosa, quitando algunos. Ahora ya no hay barreras. Físicos, matemáticos, informáticos, bioquímicos y biomoleculares, todos aportan cosas nuevas. Y eso abre posibilidades a nuevos descubrimientos cada día. Yo misma, a los 100 años, sigo haciendo descubrimientos que creo importantes sobre el funcionamiento del factor que descubrí hace más de 50 años.

P. ¿Hará fiesta de cumpleaños?

R. No, me gustaría ser olvidada, ésa es mi esperanza. No hay culpa ni mérito en cumplir 100 años. Puedo decir que la vista y el oído han caído, pero el cerebro no. Tengo una capacidad mental quizá superior a la de los 20 años. No ha decaído la capacidad de pensar ni de vivir...

P. Díganos el secreto.

R. La única forma es seguir pensando, desinteresarse de uno mismo y ser indiferente a la muerte, porque la muerte no nos golpea a nosotros sino a nuestro cuerpo, y los mensajes que uno deja persisten. Cuando muera, solo morirá mi pequeñísimo cuerpo.

P. ¿Está preparada?

R. No hace falta. Morir es lógico.

P. ¿Cuánto desearía vivir?

R. El tiempo que funcione el cerebro. Cuando por factores químicos pierda la capacidad de pensar, dejaré dicho en mi testamento biológico que quiero ser ayudada a dejar mi vida con dignidad. Puede pasar mañana o pasado mañana. Eso no es importante. Lo importante es vivir con serenidad, y pensar siempre con el hemisferio izquierdo, no con el derecho. Porque ése lleva a la Shoah, a la tragedia y a la miseria. Y puede suponer la extinción de la especie humana.

Fuente: Intrameds

"Nuestros intelectuales son analfabetos científicos"

La humanidad está partida entre quienes tienen ciencia y quienes no, dice este discípulo de Houssay.

Por: Carlos Subosky-ESPECIAL PARA CLARIN

Hoy, los países que no desarrollan su ciencia y su tecnología se convierten en "analfabetos científicos", sostiene el fisiólogo argentino Marcelino Cereijido, quien vive en México desde 1976. De visita en Buenos Aires por el VI Campus Euroamericano de Cooperación Cultural -un encuentro que organizó la Secretaría de Cultura de la Nación y se desarrolló en la Universidad Católica- Cereijido se mostró preocupado por el "analfabetismo científico" que aparece cuando este saber permanece "invisible a la sociedad". Cuando habla de analfabetismo científico, ¿se refiere a la falta de saber de las personas o al desarrollo en esta área de los países? La humanidad está partida en un 10 por ciento de países que tienen ciencia y un 90 que no la tienen. Entonces hay un analfabetismo de los que no pudieron desarrollar la ciencia por problemas económicos o sociales. Pero el que más me preocupa es el analfabetismo activo, que es el que causa el que sabe. El Primer Mundo crea, inventa, decide, impone, presta, castiga, define quién es terrorista. El resto de la humanidad produce, se desplaza, se comunica, se cura y se mata, con tecnología, medicina y armas que inventaron los del Primer Mundo. ¿Dónde se nota esta fractura? Los países centrales tienen ciencia porque mantienen universidades, institutos, organismos. Y dado un problema determinado, le confían la solución a la ciencia: a esas universidades. Esta es una diferencia fundamental con los países subdesarrollados, que dado un problema van a pedirles ayuda a los economistas. La ciencia es invisible para el analfabeto científico. Entonces, la cosa es que en los países centrales tienen montado el aparato cognitivo, desde los jardines de infantes hasta los grandes institutos científicos y eso se mantiene más allá del gobernante de turno. En la Argentina eso no sucede. ¿Por qué no sucede? La Argentina en los años 20 del siglo pasado era entre el cuarto y el octavo país en el mundo en alfabetización. Pero a partir del 6 de septiembre de 1930 con el golpe de Félix Uriburu, el nazi-catolicismo castrense empezó a romper el aparato educativo y lo rompió cada vez que hizo falta. Pero en nuestro país el conocimiento era duro de matar y cada vez que le daban una oportunidad florecía. Es así que muchos de nosotros estamos viviendo en el exterior, ganándonos la vida con lo que aprendimos en el país. La Argentina, que no basa su conocimiento y su manera de operar en la ciencia, exporta conocimiento y científicos. ¿Qué papel ocupan los intelectuales argentinos en este analfabetismo científico? Nuestros líderes intelectuales son analfabetos científicos. Cuando quieren estudiar el país, no se olvidan de ningún presidente, de ningún conflicto. Pero analizan sólo aspectos económicos y se olvidan de la ciencia. Yo si fuera intelectual argentino y viviera acá trataría de promover una cultura compatible con la ciencia. Pero hay mucha producción de análisis social en la Argentina. El intelectual argentino, salvo excepciones, cuando habla de cultura habla de historia, de literatura, arte, cine, teatro. Pero lo que caracteriza a la cultura moderna es preguntarse qué pasa con su ciencia y tecnología. Cereijido Básico Buenos Aires, 1933. Científico. Se graduó en la UBA como médico e hizo un posdoctorado en Harvard. Fue discípulo del Premio Nobel argentino Bernardo Houssay. En 1976, tras el golpe militar, se exilió en México, donde vive actualmente. Trabaja en el departamento de fisiología, biofísica y neurociencias del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional. Escribió, entre otros "La nuca de Houssay", "La ignorancia debida" y "Y la muerte y sus ventajas". Está por publicarse su último trabajo "La ciencia como calamidad".

La teoría de juegos no es un juego

Esta vez el búho vuelve a sus fuentes y, recordando que es un jinete, presenta algunos resultados de sus cabalgatas por San Luis, donde quienes se dedican a la teoría de juegos, abordan curiosas situaciones que van desde la asignación de aulas a los trasplantes.

Por Leonardo Moledo

–Bueno, usted es investigador del Conicet, matemático de la Universidad de Ciencias Físico Matemáticas y Naturales de la Universidad de San Luis y director del Instituto de Matemática Aplicada. Cuénteme primero qué es ese instituto que usted dirige.

–Es un instituto creado por un convenio entre la universidad y el Conicet hace casi 26 años.

–¿Y qué se investiga?

–Hay cuatro grandes proyectos teóricos (uno un poco más aplicado): dos de matemática y dos de física. El proyecto que yo dirijo se centra en la teoría de juegos.

–Entonces hábleme de teoría de juegos.

–Un modelo matemático que estudia todas las situaciones de conflicto, donde hay que tomar decisiones y la decisión de la otra persona influye en el resultado. En general, nuestra fuente de modelos y ejemplos es la economía. La teoría de juegos ha tomado ya un conocimiento bastante popular por la película Una mente brillante, que cuenta la historia de un matemático, Nash, que incursionó en la economía resolviendo problemas que habían resultado irresolubles hasta el momento. Junto a Morgenstein, son considerados los padres de esta disciplina.

–Bueno, y ¿cuáles son los problemas que encaran ustedes?

–Uno de ellos es el problema de asignación bilateral. Uno tiene dos conjuntos de agentes que deben decidir y deben asignarse unos con otros. El ejemplo típico está en el ingreso a las universidades europeas. Allí, cada estudiante tiene una nota que hace que la universidad tenga un ranking, y de acuerdo con ese ranking se define qué carreras pueden hacer y en qué universidad pueden estudiar (para que no se superen los cupos). Entre estudiantes y universidad hay que hacer la mejor asignación posible. Estos problemas surgieron con las residencias de los médicos en Estados Unidos: los hospitales quieren residentes porque son mano de obra barata y, a su vez, los residentes quieren ir al mejor hospital porque eso va a condicionar su futuro. Esta gama de la matemática-economía últimamente se está aplicando en las listas de asignación de trasplantes de riñón, en Estados Unidos, que admite donantes vivos. Cada riñón tiene diferentes compatibilidades con las personas, y de acuerdo con ellas se establecen órdenes. Hay un método para asignar a cada donante alguien que admite ese riñón. Y es un sistema muy complicado, porque muchas veces hay familiares que quieren donar a su propio familiar, pero no son compatibles. Entonces este familiar se ofrece a donar su riñón si su familiar recibe un riñón a cambio:a cada paciente un riñón.

–¿Y estos sistemas se usan?

–Sí, en Estados Unidos, por ejemplo, para lo que le venía contando. Como le dije, esto surgió con los médicos residentes. Se le pidió a un investigador (que todavía vive) que centralizara la asignación entre médicos residentes y hospitales, porque la sociedad médica lo veía como un caos total. Y cada vez se complicaba más, porque los hospitales se peleaban entre sí para conseguir residentes. Se necesitaba una nueva metodología para que no pudiera pasar que un estudiante que fuera enviado a un hospital se tuviera que cambiar a otro porque no lo conformaba. De ahí surgió el tema.

–¿Y para los trasplantes de riñón?

–Es muy nuevo el problema, pero se está investigando. El mismo investigador, Alvin Roth, está tratando de solucionarlo.

–¿Ustedes trabajan estos mismos problemas?

–Bueno, tal vez en un plano más teórico, que es un paso previo a su aplicación práctica. Muchas veces, cuando surgen los problemas, se diseñan para explicar situaciones. Cuando uno las puede entender, puede incorporar metodología para mejorar el sistema. En este momento yo tengo un profesor visitante español que ha hecho aportes al sistema de asignación alumnos-universidades en España. No es que él lo haya diseñado, pero muchos investigadores proponen mejorar la tecnología.

–Porque cada problema genera problemas periféricos.

–Claro. Además, en cada universidad el problema es distinto. Un muchacho de nuestro grupo, por ejemplo, utilizó esta problemática para pensar en la relación profesores-aulas en una universidad de Río Cuarto. Por suerte, es un método que no supone un gran riesgo (no es como el caso de los riñones). Pero, como le decía, nuestra investigación se da en un plano teórico.

–Claro, lo que pasa es que, en cierta medida, todo aquel que estudia teoría de juegos tiene en la cabeza situaciones del orden de lo práctico.

–Sí...

–¿Hay algo más que me quiera contar?

–Un poquito de historia, tal vez. Nuestro instituto nace hace algo más de 25 años, con Ziomarchi, que se doctoró en San Luis con el director de tesis de Selten (uno de los premios Nobel de Economía). El fue a Princeton con Morgenstein en un ambiente que estaba lleno de premios Nobel (matemáticos o economistas). Ahí están nuestras raíces.

Fuente: Página 12

SOMOS CASI TAN INTELIGENTES COMO.... UN MONO O UNA PALOMA

La ciencia paso a paso va contrastando con la realidad preceptos que las religiones milenarias establecían como verdades y más allá de las creencias y la fe religiosa, que entre otros hallazgos puedan confirmarnos que compartimos además del código genético, la capacidad de razonamiento e inteligencia con animales que en muchos casos hasta solemos cazar y comer, merece que empecemos a pararnos en otra perspectiva, pulverizar nuestra soberbia y abrirnos a conocer la maravilla de la vida.....

Los babuinos tienen razonamiento abstracto

Experimentos realizados por científicos franceses y norteamericanos demuestran que no sólo los hombres y los chimpancés manejan esta clase de conceptos. Los trabajos fueron realizados en las universidades de Iowa y en Marsella.

(AFP) Los babuinos saben distinguir entre las nociones de "idéntico" y de "diferente" y poseen capacidades de razonamiento abstracto que hasta ahora se atribuían únicamente al hombre y al chimpancé, según las investigaciones de un equipo científico franco-norteamericano.

Joel Fagot, de la Universidad de Marsella (Francia), Michael Young y Edward Wasserman, de la Universidad de Iowa (Estados Unidos), cuyos trabajos son publicados en la última edición de Journal of Experimental Psychology: Animal Behavior Processes, entrenaron dos babuinos de Guinea (un macho y una hembra adultos) para que pudieran seleccionar en la pantalla de una computadora, utilizando palancas de juego, entre formas iguales y diferentes.

En cada sesión de trabajo, se mostraba a los monos primeramente un cuadro compuesto de dieciséis imágenes, o todas idénticas o todas diferentes. Después se les mostraban otros dos cuadros, uno compuesto por dieciséis imágenes idénticas y otro con el mismo número de imágenes diferentes.

Después del entrenamiento, para verificar si los monos trataban las relaciones abstractas o si basaban su decisión en la organización visual de las formas, los científicos redujeron el número de imágenes y cambiaron la composición de los cuadros.

Aunque el número de imágenes afectaba los resultados de los babuinos, los animales lograron responder correctamente cuando sólo quedaba dos o tres imágenes en el primer cuadro.

"El aprendizaje fue difícil para los babuinos, pero los resultados obtenidos demuestran que son capaces de apreciar los cuadros en función de las relaciones de igualdad o diferencia", explicó a la AFP Joel Fagot.

"Las bases del pensamiento analógico pueden encontrarse pues en otros animales, además del más próximo pariente del hombre, el chimpancé", agregó el científico.

Fuente: Axxon

HACE DOS AÑOS, LAS INVESTIGACIONES CON PALOMAS ARROJABAN ESTOS RESULTADOS

Los nuevos hallazgos gente y palomas de la investigación ven el ojo para eye

Fecha del artículo: 26 Feb de 2007 - 20:00 PST
Señales visuales similares del uso de las palomas y de los seres humanos para identificar los objetos, el encontrar que podría tener implicaciones prometedoras en el desarrollo de las tecnologías de la novela, según la nueva investigación conducida por una universidad del profesor de New Hampshire.

Brett Gibson, profesor auxiliar de la psicología que estudia el comportamiento animal, detalla el suyo la investigación más última en el artículo de diario, las “características No-accidentales es la base del reconocimiento de la forma en la visión mamífera y no-mamífera,” publicado en biología actual.

Gibson y sus colegas encontraron que los seres humanos y las palomas, que tienen diversos sistemas visuales, se han desarrollado para utilizar técnicas y la información similares para reconocer objetos.

“Cómo los sistemas visuales aviares solucionan los problemas que entienden que requieren valor de cómputo considerable pueden conducir a los avances tecnológicos futuros, tales como prosthetics visual pequeño para haber deteriorado visualmente, que el proceso visual que entendía en abejas ha conducido al desarrollo de las robustezas del vuelo y de los helicópteros acobardados,” los investigadores dicen de la misma forma.

Una Software Engineer que desea diseñar un programa para ayudar a una robusteza para reconocer objetos puede conseguir tan una pierna para arriba de la evolución, que ha estado desarrollando “programas” para el reconocimiento del objeto en animales mucho antes de que seres humanos pensó siempre en hacer tales cosas, Gibson dice. “Hasta el punto de podemos aprender cómo diversos animales reconocen objetos y si son el hacer las mismas cosas o diversas cosas basadas en sus ambientes pueden realmente ayudarnos en diseñar nuestro propio sistema del reconocimiento del objeto.”

Gibson y sus colegas de la universidad de Iowa (Olga Lazareva y Edward Wasserman), de la universidad de Montreal (Frédéric Gosselin), y de la universidad de Glasgow (Philippe Schyns) encontraron que las palomas, como seres humanos, confían sobre todo en las esquinas (coterminations) de un objeto para reconocerlo en vez de confiar en otras características tales como sombrear y color.

Por ejemplo, una persona podría identificar fácilmente una batería del AA del perfil lateral. Pero, digamos a la persona podría ver la misma batería solamente del fondo con el terminal negativo. De esta perspectiva, el único contorno visible sería un círculo; del fondo, las esquinas de la batería no son visibles ahora y la información sobre las esquinas no puede ser considerada.

“La tarea de reconocer el objeto llega a ser mucho más difícil. Para la mayoría de la gente, te duraría un pedacito para reconocer la imagen como batería,” Gibson dice.

Los investigadores emplearon un nuevo procedimiento, que Gosselin y Schyns desarrollaron, llamado Bubbles, para determinarse qué seres humanos y palomas de las características utilizaban reconocer objetos. Tres palomas fueron entrenadas para reconocer cuatro objetos: un arco, un barril, un ladrillo, y una cuña. Los investigadores entonces revelaron parcialmente diversas partes de los cuadros del objeto. Entonces condujeron el mismo experimento con seis personas.

No sólo las palomas y la gente reconocieron los cuatro objetos basados sobre todo en esquinas, pero utilizaron estas características más que la información que sombreaba contenida en las imágenes. Más notablemente, las palomas y la gente utilizaron la información de la esquina más que una computadora programada para extraer la información más útil para reconocer los cuadros del objeto, que sugiere que las palomas y la gente utilizaran la información comparable.

“Cuando los miembros de diversas especies responden semejantemente a la misma información visual, ganamos confianza en la prominencia de esta información, con independencia de influencias culturales o genéticas. Los pájaros representan a grupo importante para comparar con los mamíferos, la otra clase principal de de sangre caliente, altamente móvil, animales visualmente orientados,” los investigadores dice.

“Debido a las demandas únicas del vuelo, porque 200 millones de años pasados de pájaros han estado bajo presiones evolutivas fuertes de guardar su tamaño total a un mínimo. Aunque una porción muy grande del sistema nervioso central aviar se dedica al proceso visual, el cerebro del pájaro sigue siendo justo una fracción del tamaño nuestros el propios. Es esta mezcla extraordinaria de la capacidad visual y tamaño pequeño que hace el estudio de los pájaros críticos a nuestra comprensión de los mecanismos generales de la cognición visual,” dicen.

Además de su investigación sobre la visión, Gibson ha hecho la investigación extensa que implicaba la navegación y la memoria en pájaros. Él está investigando actualmente cómo el nutcracker del Clark utiliza diversos tipos de información espacial para volver a los almacenes ocultados del alimento durante invierno.

Fuente: Universidad de New Hampshire