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COLOMBIA-VENEZUELA: Las razones de Chávez

Análisis de Humberto Márquez

CARACAS, 6 mar (IPS) - Apenas el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ordenó desplazar tropas a la frontera con Colombia, los teléfonos de las redacciones se inundaron con llamados de quienes vieron resucitar el "síndrome de las Malvinas", pero las razones de esa movilización podrían ser muy diferentes, y más políticas que militares.

Chávez dispuso el apresto militar el 2 de marzo --y lo hizo en su programa dominical de televisión--, un día después que fuerzas colombianas atacaron en el norte ecuatoriano un campamento de la guerrilla y dieron muerte a por lo menos 20 rebeldes, entre ellos "Raúl Reyes", uno de los jefes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.

Esa manera de subir la apuesta o de "agregar incandescencia" a la situación, según dijo el presidente peruano Alan García, fue también un modo de Chávez de plantear con fuerza que, puesto que está involucrado en la deriva regional del largo conflicto colombiano, debe contarse obligatoriamente con él para cualquier solución.

El mandatario pasaría la factura por el protagonismo cobrado con su exitosa intervención ante las FARC para que liberasen a políticos colombianos por años cautivos como rehenes.

Pero, sobre todo, los refuerzos militares en la frontera --pese al desdén de Bogotá, que al menos públicamente se abstuvo de replicar con una medida similar-- proveen una percepción de conflicto en ciernes, que impulsa los llamados de Chávez a conformar un grupo de países "tipo Contadora", que busque soluciones al conflicto colombiano.

Contadora fue creado por democracias de la región para buscar la paz en América Central dos décadas atrás, y la idea ha interesado a gobiernos como los de Brasil y Francia. Pero, debido a la dura confrontación política y diplomática que mantiene con Chávez, el presidente colombiano Álvaro Uribe rechaza de plano que Venezuela pueda participar.

El analista y escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza dijo que "el síndrome Galtieri" explicaría "el último desvarío de Hugo Chávez, al amenazar a Colombia por un problema que no le concierne", pues "busca ocultar los agudos problemas que tiene dentro de casa, creados por su incompetencia y sus extravagancias histriónicas".

En abril de 1982 Argentina, entonces bajo una dictadura presidida por el general Leopoldo Galtieri, ocupó las islas Malvinas, colonia británica en el Atlántico sur que Buenos Aires reivindicaba secularmente.

Desde políticos hasta historiadores coinciden en que se trató de una jugada, fallida pues Gran Bretaña recuperó el archipiélago a sangre y fuego, para tratar de superar la crisis interna del régimen militar, con un extenso prontuario en materia de derechos humanos.

La derrota en la Guerra de las Malvinas pulverizó el poder de los militares argentinos, aceleró el regreso de la democracia y la irradió a otros países del Cono Sur americano.

Chávez sufrió en diciembre su primer revés en 12 consultas electorales desde 1998: un referendo le negó la posibilidad de postularse a reelección más allá de 2012, y la oposición que intentó sacarlo del poder en 2002 y 2003 registra señales de que se recupera y puede ganar importantes plazas en los comicios regionales previstos para noviembre.

El país, pese a ingresos petroleros récord, acusa escasez de alimentos esenciales, la inflación supera el 20 por ciento anual, menudean protestas callejeras por temas como auge de la criminalidad o falta de viviendas, y Chávez pierde popularidad porque cada vez más la población le atribuye responsabilidad en la falta de soluciones, dijeron a IPS encuestadores como Alfredo Keller y Oscar Schémel.

Políticos de oposición, como Julio Borges, líder del partido de centroderecha Primero Justicia, e Ismael García, del centroizquierdista Podemos, que hasta 2007 apoyó a Chávez, coincidieron al decir a IPS que la movilización militar frente a Colombia busca tapar "el fracaso y la ineficiencia del gobierno" para atender las demandas sociales.

Otro factor que pesa en la movida de Chávez es la acentuada personalización de sus ejecutorias políticas. "Señor ministro de la Defensa, muévame 10 batallones a la frontera", fue la frase con la que impartió la orden al general Gustavo Rangel.

Al desestimar el anuncio del colombiano Uribe, de que lo acusará ante la Corte Penal Internacional por dar apoyo financiero y logístico a grupos terroristas (por sus presuntos vínculos con las FARC), Chávez lo desafió, personalmente, "a que vayamos los dos ante la Corte a ver quién sale condenado por apoyar al terrorismo y al genocidio".

Son conocidos los insultos que profiere a sus adversarios, como llamar "diablo" o "alcohólico" al presidente estadounidense George W. Bush, y a Uribe "mentiroso, mafioso, criminal, narcotraficante y peón del imperio (Estados Unidos)".

Las relaciones entre Chávez y Uribe tuvieron altos y bajos desde 2002, hasta que en noviembre el mandatario colombiano retiró abruptamente al venezolano su condición de mediador para un canje humanitario de guerrilleros por rehenes en la guerra colombiana.

Pese a eso, desde el 10 de enero Chávez consiguió que la guerrilla liberara a seis rehenes.

Chávez "se disgustó mucho con la muerte de Raúl Reyes al percibirla como una estocada a las estrategias de esa guerrilla, pero también porque se produjo justo cuando coronaba una victoria política y comunicacional sobre Uribe al recibir a rehenes liberados por las FARC", dijo a IPS Carlos Romero, director del posgrado en Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela.

Otro aspecto, trabajado más que ningún otro por el recientemente fallecido politólogo Alberto Garrido, es que Colombia es clave para el proyecto latinoamericano de Chávez, de extender por la región la "revolución bolivariana" que lidera y construir un "polo de poder" sudamericano contrapuesto al de América del Norte.

Las FARC serían "una pieza importante en la confrontación o guerra asimétrica que Chávez percibe como inevitable entre las fuerzas del imperio y las de la revolución continental bolivariana", dijo Garrido en uno de sus diálogos con IPS.

Chávez ha insistido en que no respalda a las FARC y suscribe la tesis de que debe negociarse una solución política al conflicto armado en Colombia, "ya que no es posible derrotar militarmente a la guerrilla y ésta tampoco puede vencer al gobierno".

El grupo de medios RCN de Colombia divulgó la versión, que atribuyó a fuentes militares no identificadas, de que Chávez despachó refuerzos a la frontera para proteger al líder máximo de las FARC, Pedro Antonio Marín alias "Manuel Marulanda" o "Tirofijo", quien, muy enfermo, se ocultaría en el occidente de Venezuela.

El gobierno colombiano apenas dejó saber que otro jefe de las FARC, "Iván Márquez", tendría un campamento en el noroeste de Venezuela. La posibilidad de responder rápidamente a un ataque de Bogotá sobre ese emplazamiento también habría decidido a Chávez a enviar los refuerzos.

Cualesquiera sean las razones para el refuerzo bélico de la frontera, el carácter público de la orden no sería, como dicen algunos, un error elemental de un líder militar (Chávez fue teniente coronel) sino parte de la jugada misma, para reforzar la sensación de escalada en la confrontación.

El general Raúl Baduel, ex colaborador de Chávez y ex ministro de Defensa, criticó el "show mediático", con el anuncio público de la movilización, y otros militares retirados afirmaron que las unidades no están preparadas para entrar en combate de inmediato.

Como fuere, Chávez agregó una carta a su baraja, pues ahora puede incluir el retiro o desmovilización de esas unidades como parte de algún acuerdo de distensión en la zona andina. Posiblemente por eso también, en contrapartida, Bogotá decidió mantener la decisión de acusar a Chávez ante la Corte Penal, pese a los consejos del Comité Asesor de Relaciones Exteriores que integran ex presidentes y ex cancilleres colombianos.

La Organización de los Estados Americanos, que trató el tema esta semana, no aludió a Venezuela en su búsqueda de fórmulas para superar lo que trató como un conflicto entre Ecuador y Colombia. Pero el presidente ecuatoriano Rafael Correa cree, como Chávez, que éste no es un problema bilateral sino regional.

En una entrevista con IPS en México, el ideólogo alemán Heinz Dieterich, en el pasado inspirador de Chávez con su teoría del "socialismo del siglo XXI", reconoció que el mandatario venezolano saca provecho de la crisis, pero vaticinó que, de esa manera, se puede contribuir a encontrar vías para acabar con el prolongado conflicto colombiano.

Fuente: IPS

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