Blogia
CIELO Y TIERRA - ¿QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO?

ESPAÑA, ITALIA Y AMÉRICA

"España dio la espalda a América"

Carmen María Ramos
Para LA NACION - 28/01/09

"Muy afortunadamente dudo de que en este momento haya quien pueda sostener una relación prepotente o nostálgica por el pasado español en América latina ni de exaltación u orgullo por la Conquista", dice Juan Pablo Fusi Aizpurúa, uno de los principales historiadores españoles, licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en Filosofía y Letras por la misma universidad.

"España ha vivido muy al margen y muy metida hacia adentro, con una retórica bastante insufrible de ese supuesto pasado y con un enorme desconocimiento de la realidad de los gobiernos, de los partidos políticos, de la situación social de vuestros países", dice. Aunque también adelanta que, al menos en el mundo académico, ahora la actitud es de gran interés por entender lo que aquí está ocurriendo.

Fusi Aizpurúa es titular de la cátedra de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid desde 1988. En el extranjero se formó en Oxford con el profesor Raymond Carr. Entre 1976 y 1980 fue director del Centro de Estudios Ibéricos de St. Antony?s College de esa universidad. Entre 1986 y 1991 fue director de la Biblioteca Nacional de España.

De paso por Buenos Aires, invitado por la Fundación Ortega y Gasset, Fusi Aizpurúa se refirió a la expansión del idioma español en el mundo, al interés intelectual por entender las relaciones que unieron a España y América latina, particularmente a partir de 1808, cuando comienza el colapso del poder español en América, y a la postura de su país con relación a la próxima celebración de los Bicentenarios.

¿Por qué crece el español de manera tan vertiginosa, en comparación con países muy importantes cuyos idiomas tienen riesgo de desaparecer?

En buena medida debido al hecho de que solamente en los Estados Unidos viven 40 millones de hispanos o latinos y la cantidad de empleos que exigen el uso del español ha crecido hasta el punto de convertirse en un valor económico. También Brasil está rodeado de un mundo de habla española y tiene un crecimiento extraordinario que se apoya en parte en el mercado de la región sudamericana, por lo que no ha tenido otra opción que incorporar masivamente el aprendizaje del español.

¿España tiene una política cultural definida al respecto?

Solamente en relación con los países no hispanohablantes a través del Instituto Cervantes, con sus más de 50 sedes en Marruecos, China, Japón y varios países de Africa.

?¿Cómo analiza, frente a esta expansión del español, la creciente tendencia a hablar catalán, vasco y gallego dentro de España?

La Constitución española declara oficiales esas lenguas junto con el español, por lo tanto hay un derecho legal a su uso público. De todos modos, los tres casos son ligeramente distintos. El catalán y el gallego están muy generalizados en sus comunidades y son de fácil comprensión para cualquier hispanohablante. El vasco es un idioma muy complicado, difícil e incluso minoritario en el propio País Vasco. Ahora se está recuperando, pero hasta no hace muchos años era una lengua prácticamente perdida en las grandes ciudades vascas, como Bilbao o San Sebastián.

¿Usted lo aprendió en su infancia?

?Durante el régimen franquista estaba prohibida la enseñanza de estas lenguas. Lo que no significa que dentro de las familias o en pequeñas comunidades no se hablaran habitualmente, pero no públicamente. En cambio hoy no sólo no está prohibido, sino que se imparte en los colegios en forma obligatoria. Generalmente los programas se dan en la lengua local y agregan algunas horas de aprendizaje del español. En el caso de Cataluña, la intelectualidad universitaria y docente siempre fue catalanohablante, por lo que la universidad catalana hoy se imparte exclusivamente en catalán. Caso contrario al del País Vasco, donde su uso se vio relegado más que nada al ámbito rural. En Galicia, el castellano era la lengua del prestigio, pero todo el mundo hablaba también gallego, de modo que allí hoy es muy fluido el uso de ambas lenguas.

¿Qué resultó de la imposición de Franco de que la unidad de España debía basarse en el uso de una lengua común?

?Dejó una herencia muy negativa, porque el régimen de Franco produjo un desprestigio del nacionalismo español. España es un país muy poco nacionalista en la actualidad. La tradición democrática española ve a España como un país unitario, pero con tres culturas particularistas, por lo tanto eso conlleva un reconocimiento no sólo de los derechos lingüísticos, sino de la autonomía política para esas regiones. El abuso nacionalista del discurso franquista ha desprestigiado el españolismo, por decirlo de alguna forma, y por otro lado dejó un problema regional más agravado, porque no solamente radicalizó el nacionalismo de estas tres regiones, sino que el resto de las regiones españolas fueron demandando algún tipo de reconocimiento de su identidad. Por lo tanto, nosotros tenemos un estado autonómico que no es un sistema federal, aunque se le parece bastante, con 17 comunidades autónomas y dos ciudades autónomas que son Ceuta y Melilla.

¿Por qué la violencia de ETA?

?En este momento es una estrategia, no es la respuesta a problemas pendientes de resolución. Es una opción de un grupo minoritario que entiende que puede conseguir la independencia por métodos electorales y que apela a formas de violencia para forzar la negociación con el gobierno español.

¿Cómo ve la relación entre España y América latina a las puertas de 2010?

Aquí me gusta utilizar la palabra discreción. Muy afortunadamente dudo de que en este momento haya quien pueda sostener una relación prepotente o nostálgica por el pasado español en América latina ni de exaltación u orgullo por la Conquista. Hay mucho interés y mucha más información de lo que hubo nunca antes con respecto a estos países. Los españoles hemos vivido literalmente de espaldas a América durante estos 200 años, sin conocimiento real de los gobiernos, de los partidos políticos, de la realidad social, del crecimiento de las ciudades. Desde 1825 hasta 1975, por lo menos, España dio la espalda a América, ha vivido muy metida hacia adentro, con una retórica bastante insufrible de ese supuesto pasado y con un enorme desconocimiento de lo reciente. En cambio, ahora, al menos en los medios académicos, la actitud es de enorme interés intelectual por todo lo que se está produciendo en vuestros países. Con respecto a los Bicentenarios, España no tiene ningún problema en asumir las tesis oficiales de los países de América latina.

¿La Conquista incluida?

Nadie ignora que la Conquista se tradujo en la destrucción masiva de culturas nativas, algo que nadie puede reivindicar y se entiende incluso ese resentimiento hacia España que puede subsistir en culturas indígenas de Bolivia, Perú o en la tradición nacionalista mexicana. Pero la España democrática está tratando de reconciliarse con su pasado. La Conquista tiene aspectos de una magnitud extraordinaria. A mí no me produce admiración, pero sí asombro. No nos sentimos próximos a esa España, pero no deja de impresionar a los ojos de un español medio de la actualidad la posición hegemónica de España entre 1500 y 1640. Cuando se produce la independencia de América mucha gente minimiza los problemas que tienen las nuevas naciones sudamericanas para construir un Estado y una nación, porque las dimensiones de América, su geografía impresionante, hacen muy difícil vertebrar una administración. Reflexionar sobre todos estos temas nos ayudaría a tener una mejor comprensión de la historia española y de la de vuestros países.

El personaje

Juan Pablo Fusi Aizpurúa
Historiador

Profesión : doctor en Historia y en Filosofía

Origen : España

En el País Vasco : nació en 1945 en San Sebastián. Se especializa en la historia de España contemporánea y los nacionalismos.

Docente : fue director académico de la Fundación Ortega y Gasset.

 

El 'otro Occidente'

28/01/2009 - El País

Hay tres líneas de evolución en curso que conspiran contra la forma que han asumido las élites criollas de verse a sí mismas. Una de las tres es más bien coyuntural, el azar, aunque con aspiraciones de transformarse en estructural, y las otras dos, netamente estructurales, la necesidad. La primera la encarna el presidente Hugo Chávez de Venezuela; las otras dos son el alzamiento electoral indígena en Bolivia y la apuesta por la hegemonía regional de Brasil, facilitadas por la dimisión, quizá pasajera, de Washington.

Esa diversa marea trata de legitimarse por las urnas, por ello muy frecuentemente requeridas. Hace dos semanas en El Salvador, la izquierda ex guerrillera -el antiguo Frente Farabundo Martí- ganó las elecciones legislativas y tiene fundadas esperanzas de alcanzar la presidencia en los comicios de esta primavera; el presidente boliviano, Evo Morales, logró el domingo un buen resultado global en el referéndum para aprobar su Constitución indigenista, aunque cuatro provincias de nativismo contrario rechazaban el texto; finalmente, el 15 de febrero Chávez se juega su carrera política a otra consulta -la segunda, puesto que ya perdió una anterior- sobre su postulación indefinida a la presidencia.

El Salvador puede constituirse en nuevo recluta para la izquierda chavista, que ya integran Daniel Ortega en Nicaragua, el propio Morales, la convaleciente Cuba del segundo Castro, y de manera mucho más idiosincrática Rafael Correa en Ecuador y Fernando Lugo en Paraguay. Pero la segunda y aún más notable ofensiva contra la supeditación a Washington es la que acomete Brasil.

Luiz Inácio Lula da Silva, que tiene por delante las presidenciales de 2010 a las que ya no puede presentarse y para las que debería colocar a un delfín -seguramente, delfina- si quiere dar continuidad al proyecto, aunque se reclame de esos valores europeos, no por ello quiere menos la expulsión de Estados Unidos y Europa -España- de los foros unitarios latinoamericanos; el instrumento para ello no permite llamarse a engaño: la creación de una nueva OEA integrada exclusivamente por los 33 países que se extienden entre la frontera mexicano-estadounidense y Tierra del Fuego, y se mojan en el Caribe. El presidente brasileño quiere que ese foro exista para 2010, como ya dijo en la mega cumbre de Suaípe en diciembre.

¿Qué posibilidades tienen las dos ofensivas, distintas y revueltas, para sentar sobre nuevas bases, satisfactorias para ambas partes, la relación con Estados Unidos, con un presidente, Barack Obama, tan copado como su predecesor en la conmoción de Asia central? Lula tiene valor para Washington como tapadera de Chávez, freno y alternativa a la línea dura bolivariana; y Chávez por lo que pueda demorar o hacer imposible la integración blanda de Lula. ¿Pero existe una vía media, en la que los dos líderes pudieran sentirse cómodos renunciando a sus objetivos máximos? El venezolano, plegándose a la capitanía general del brasileño, ahora que su crudo ha caído bien por debajo de los 40 dólares el barril; y el brasileño, a una mera coordinación de superestructuras de las diferentes formas de integración que hoy enfrenta en orden disperso América Latina, sin aspirar más que a poner algún orden en el pandemónium.

Pero en ambos casos, tanto con la vía dura del eje Caracas-La Habana-La Paz como con la blanda de Brasil -secundado cuando menos por México y Argentina-, América Latina dejaría de ser ese otro Occidente tan nuestro.

Si los primeros mestizarían o indigenizarían la versión prototipo de lo latinoamericano, empleando la fuerza necesaria para que se produjera el cambio de manos del poder -lo que no ha ocurrido ni en Venezuela ni Bolivia- la versión brasileña y adláteres también debería pasar por la renacionalización de los países concernidos, hasta que el color de su política reflejara mucho mejor la variedad racial y social del continente.

Ésa es la América, en trance de definición, con la que Obama habría de entenderse. Pero ni que el afroamericano fuera el mayor y más apacible socialdemócrata del mundo, lo que patentemente no es, podría ver con ecuanimidad ninguna de las dos tentativas, porque ambas conducen a un mismo fin: América para los americanos; los de otro color.

0 comentarios